domingo, 6 de noviembre de 2011

Psicólogo, demasiado psicólogo.

Es necesario establecer líneas claras entre un médico y un psicólogo en este aspecto. Aunque ya tomando este nombre, el de psicólogo, pareciera que el siguiente escrito podría ser un panegírico a la profesión o al profesional y de eso no se trata en absoluto. Retomando, el médico debería en teoría mantener un aspecto aséptico. De cierta forma, eso causa algo de confianza en los pacientes a la hora de practicarles una cirugía, por ejemplo. Pero, tampoco va por ahí el asunto. Es de pensar en cómo afecta al otro ver un traumatólogo fracturado, un neumólogo fumador, un nutricionista gordo, en fin… un psicólogo loco.

Dentro del ejercicio psi, hablamos de un asunto complejo. Al psicólogo se le enseña a trabajar a través del “modelado”. Se le trata de ubicar como una figura sana, de ejemplo a seguir, ubicándolo en ocasiones en una posición incluso de profesor. Psicólogo que debería de funcionar como objeto inclusor o direccionador (términos que constan en la jerga psicológica), de rescatista, de chivo expiatorio de la sociedad productiva, sana y normal (aspectos que deben ser llevados a discusión). Ubicar al psicólogo en una posición de saber sobre el otro, cuando no sabe siquiera de sí mismo. En el caso del médico fumador, se puede asumir que sabe lo que hace, por eso fuma; en el del psicólogo mal vestido, tomador, o al final “loco”, se piensa que ha fracasado; mejor eso a que se piense que tiene éxito, cosa que sabemos que nunca va a pasar: cuando triunfe la mente sana, habrá paz en el mundo, estará muerto.

Se considera que existe una suerte de “cura”, “la inserción”, “adaptar”, entre otros; y el mismo psicólogo, para poder lograr los fenómenos nombrados, técnicamente tendría que ser un perito en ellos o ejercerlos (estar curado, inserto, adaptado). Como ejemplo: se cree que para que un psicólogo “ayude” a dejar de fumar a un individuo, éste no debe de fumar. Entonces entramos en la idílica discusión, sobre el trabajo mismo del psicólogo, sobre estándares de salud, sobre la subjetividad y sobre el mismo cigarrillo. El tema de que si es verdad que el psicólogo ayuda, aconseja o chismea.

La idea del psicólogo que se tiene actualmente, es la del capacitador, el que da las charlitas, hace jueguitos, dinámicas, de presencia impecable. Lo último, los que no están de mandil, están de guayabera. Para estos, el psicólogo es el bien peinado, el bien limpio, la imagen perfecta. Ser psicólogo para algunos es vestir bien y aparentar. Es ineluctable que no entremos desde aquí a discutir sobre la ética, que bien ya es conocido, está muy difusa cuando si quiera la pronunciamos. Ética en sí, es la palabra marciana para el psicólogo promedio.

Se piensa precisamente en recapacitar sobre por dónde va el trabajo del psicólogo. Si es que es cierto que la apariencia, esto del modelado, tiene alguna validez y si es así, a qué responde: ¿A un ideal del sistema o a uno que sigue el deseo del propio sujeto?


Carlos Silva Koppel