En la propuesta de ir buscando en el
interior de la mente la naturaleza de los afectos, pregunto ¿Qué es el amor?
Eso que está perdido, eso de lo que nadie sabe y funciona en maridaje con el
odio; así es como lo hemos experimentado.
Las definiciones que da la psicología de todos los afectos, no sirven o
más bien, se ajustan a la cotidianeidad de los individuos, pero sirven de muy
poco o nada para el conocimiento de sí.
Habrá también algunos tontos que creerían que para este estudio y de las
otras afecciones, habría que crear organizaciones o ministerios para fomentar y
regular la felicidad, el amor, la buena convivencia, etc. Se dice y se repite todo el tiempo que hay
que amar a dios, que hay que amar al prójimo, al Estado, a la ideología, al
equipo de fútbol, etc., pero, ¿Qué es lo que se está diciendo realmente ahí?
Cuando todo lo relacionado a esas categorías está lleno de violencia y
agresión.
Nosotros en la medida de nuestras limitaciones
y en el trabajo en nosotros mismos (en el yo),
si es que se logra un trabajo profundo, podemos acercarnos a saber qué es el
amor, por medio de conocer qué no es amor.
Si se investiga qué no es amor, se puede renunciar a ello y
posteriormente intentar amar. Pero estas
dos iniciativas, las de investigar-se y la de renunciar son las más difíciles;
el “yo” no investiga, el “yo” no renuncia. Así es cómo nos ha cultivado el mundo en la
historia de la humanidad y eso es lo que elegimos.
Lo que busca el individuo siempre es
ganar, conquistar, competir; es ambicioso, quiere poder, quiere ser famoso,
quiere gobernar, quiere la búsqueda espiritual, quiere iluminarse, quiere ir al
cielo; este individuo está embebido por ambición, que a la vez está subyugada a
la emergencia del tiempo que se le transcurre, que se le “escurre”. Pero la ambición no es amor, aunque suene
raro para algunos.
Hay algo de lo que no queremos saber: la
realidad. Aquella es que esta es una
vida desgraciada, esta vida burguesa o no-burguesa, compuesta de celos,
posesión, violencia, muerte, divisiones, discriminación de todas las
índoles. Es la vida que hemos creado, en
la que creemos y queremos seguir viviendo.
Entonces ¿De qué hablamos cuando escuchamos por ejemplo “Dios es amor”,
“ama la vida”, “ama la Patria”? Es puro
marketing. Investíguemonos mejor.
Carlos Silva Koppel
Psicólogo