Se
dice que el fenómeno “Correísmo” despertó el interés por la política en Ecuador
y que antes no se hablaba mucho de ella.
A duras penas se mascullaban
algunas palabras y se sacaban presidentes. La sinceridad y temperamento del electo
presidente allá en el 2006, coincidían con la creación de una red social que
agarró fuerza el año siguiente: Twitter. Como sabrán, ésta es aquella red virtual
donde se pueden escribir hasta 140 caracteres sobre estados de ánimo, pensamientos,
chistes, etc. Hasta hoy esta ciber
plataforma ha sufrido algunos cambios pero la esencia se mantiene.
La
opinión pública, minoritaria por supuesto, que se abanica en este espacio
social es incluso tomado muy en cuenta por medios tradicionales. Las palabras de cada sujeto quedan marcadas
en los millones de terabytes de memoria del ciber espacio: son imborrables. Palabras que se sueltan y que siendo la mayor
parte de la categoría “chisme”, se convierten en noticias que luego son
replicadas por cientos de usuarios generando discusiones estériles. Aquella es también la llamada y sobrevalorada
campaña mediática de los trolls. Se opina de todo tópico y por supuesto de
política. La desmesura no falta, tanto
así que muchos personajes públicos han mostrado el peor de sus lados y que como
consecuencia tuvieron días sin dormir, preocupaciones innecesarias, algún
inconveniente legal o despidos laborales.
Mala
suerte que a Correa le tocó todo su período en una época donde una herramienta
se dio espacio para los críticos y para otros también un poco más tontos. Un utensilio que puede hacer perder la cabeza
a cualquier incauto. Mala suerte que a
manos de muchos llegó una herramienta que les superó la ética y desbordó la
ignorancia.
Carlos
Silva Koppel
*Esta opinión salió publicada en la edición del diario El Universo de 02 octubre 2016
*Esta opinión salió publicada en la edición del diario El Universo de 02 octubre 2016