martes, 29 de junio de 2021

Enfermedades orgánicas ¿causa psicológica?

 

(…) y si los médicos son cuerdos,

harán lo que yo digo.

 

Molière

El Enfermo Imaginario

 

 

 

 

El sufrimiento es un amplio tema de estudio para la psicología y a la vez un enigma que nos acompaña diariamente a los seres humanos.  Lo que escribiré a continuación lo intentaré realizar con carácter difusivo, pero a la vez, que sea de lectura para quienes estén interesados en los engranajes cuerpo-mente, dolor-sufrimiento y para sumar al debate de, si es posible, que las enfermedades orgánicas cuyas causas están perdidas, también podrían tener un origen psicológico o ser de orden significante. Vale repetir: las afecciones orgánicas de las que la medicina aún no ha delimitado causa alguna.  Por tal motivo el presente escrito es quizá de interés tanto para médicos, como para los que merodean la psicología y el psicoanálisis.  Espero que por haber dicho psicoanálisis no haya causado la desconfianza en el lector o lectora, porque de hecho el desprestigio a esta –en discusión– ciencia, es una realidad.

 

Estamos claros que dolor y sufrimiento no son lo mismo.  Dolor sería aquella operación netamente orgánica mientras que el sufrimiento abarca lo subjetivo.  Pero, ¿Por qué duele el cuerpo? Siguiendo un viejo dicho de conocimiento popular que se sabe, proviene de los sabios orientales: el cuerpo duele, pues, porque tenemos uno.  Sin embargo, el dolor puede cargar ciertas complejidades, de esa manera éste es además de complejo, multidimensional, afectivo, subjetivo e incompartible.  En el Tratado de psiquiatría/VI de Kaplan y Sadock (1998) se muestra la escala emocional del dolor de MADISON (por su acrónimo), desarrollada por Tomas Hackett, que dice que el dolor puede tener:

 

·         Multiplicidad, porque afecta a varios lugares;

·         Autenticidad, porque el paciente está interesado en que el médico le crea, que el dolor que está sintiendo es real, más allá del tratamiento que pueda recibir;

·         Denial (negación), el paciente no acepta el dolor, pero sintomatiza en angustia;

·         Interpersonal relationship (relaciones interpersonales), la presencia o ausencia de personas afectan al dolor que siente el paciente;

·         Singularidad, porque el dolor es único para la persona que lo padece;

·         Only you (solo usted) … el paciente idealiza al médico como el único que puede ayudarle, atribuyéndole así su revestimiento común de omnisciencia;

·         Nada, cuando el dolor no se alivia con ningún tipo de intervención médica[1].

 

 

Comentaré el caso M. Una paciente de 22 años con una fibromialgia que apareció hace unos meses atrás a la fecha que consultó.  Sus padres, doctores: fisiatra el padre y endocrinóloga la madre.  Aparece la coincidencia de que la joven mujer tiene una enfermedad que técnicamente los padres podrían atender ¿y entender?  Sin embargo, no hay suerte, creen que se la ha inventado.

 

La relación con los padres, principalmente con el papá, ha estado bastante dañada en primera instancia porque él no le daba (da-d-) la atención que ella necesitaba, ni le escuchaba lo que le pasaba, como tampoco pasaba en su adolescencia.  Justamente ahora mientras se sostienen las sesiones, para el padre, el médico fisiatra, lo que tiene la hija es un invento de ella.  De la misma manera él considera que los dolores son una exageración.  En el relato de M., la mayor parte de las personas no le creían acerca de su dolor, la planteaban como que estaba loca. Como el meme ella decía, “place prestarles mi cuerpo por lo menos una hora”.

               

                M. proviene de una historia con psiquiatras en su adolescencia por depresión y en esta actualidad, de tratamientos medicamentosos para paliar el dolor, viene visitando psicólogos, rehabilitación física, ejercicios, yoga, reposo, ungüentos, etc., sin hallar solución.  Parte de su historización cuenta que ella es cantante, un oficio que a los padres no les interesa mucho que siga manteniendo: su canto no tiene el oído de sus padres. A esto, se establece en medio de las consultas que la voz es la parte de su cuerpo que no duele y que exterioriza emociones, así también, como un método para sublimar el dolor. Lo que, sin embargo, es una acción mal vista por sus padres, quienes se empecinaron para que siga más bien una carrera administrativa la cual se encuentra cursando. Ya va por el primer año y no le gusta.

 

                Lo que sigue a continuación en este texto es tratar de establecer si las emociones, frustraciones o desencuentros con el otro, tienen alguna base orgánica o en su defecto, pueden producir cambios en el cuerpo. Entonces, ¿las emociones provienen de una base orgánica o las emociones son primero y sus efectos orgánicos?

 

                Walter Cannon trabajó en algo llamado “biopsicología de la emoción”.  Sus experimentos el día de hoy sería imposibles llevar a cabo, así como muchos de la psiquiatría, aunque aún se sigan dando algunas prácticas cruentas con bioquímicos y terapias de choque.  Cannon luego de descerebrar a un perro, es decir, luego de extirpar su corteza cerebral (Solignac, 1973), determinó que las emociones se encontraban en el tálamo al ver al perro tener reacciones comportamentales en carencia de su córtex.  Será después su discípulo Philip Bard, quien luego de destruir ahora el tálamo, demostró al final que las emociones son fenómenos cerebrales producidas en el diencéfalo.

 

                Habrá otros trabajos, quizá más del presente siglo como los de Eric Kandel (quien sostiene que en el cerebro se encuentran todos los aspectos de nuestra vida mental), Edward Wilson, Steven Pinker quienes plantean al sujeto bajo una misma corriente: como un epifenómeno de la biología del cuerpo, como lo serían la genética y el sistema nervioso central.  Es algo de lo cual los psicoanalistas tendremos que desmarcarnos.  Sin embargo, desde la misma obra de Freud o la olla de sopa Freud-Lacan, se sostiene a la categoría lacaniana de “goce”, como un fenómeno del cuerpo.  Aunque todos los psicoanalistas digan que no es biológico, pero este argumento lo es, porque para ellxs se produce en el cuerpo o a partir de éste.  No hay demasiados psicoanalistas que sostengan lo contrario.  Y es este mismo discurso el que se está avalando con las neurociencias contemporáneas, que hará que el psicoanálisis desaparezca.  Los psicoanalistas tendrán que dejar de pensar al cuerpo como “un real”, porque si no serán los mismos responsables de la desaparición del psicoanálisis o por lo menos, que no se lo tome en serio.

 

                Retomando un poco y, por otro lado, Hans Selye (Solignac, 1973) demostró más bien que las emociones producen cambios en el cuerpo.  Él pudo registrar que existen cambios en el pulso, presión arterial, en la acidez o el equilibrio.  De la misma manera muchos autores pudieron determinar que síndromes orgánicos como hipertensión, úlceras, glaucoma (Solignac, 1973), pueden ser producidos por lo emocional, a partir de la experimentación siempre con animales, como se dijo, debido a la corrección política hoy en día sería imposible tener estas nociones.

 

                Jean Delay sostiene que la emoción es orgánicamente traumatizante, que produce a la vez tensión emocional y que es prácticamente un hecho que una emoción puede producir un efecto a nivel orgánico (citado en Solignac, 1973, p. 107).

 

                En el libro La importancia de lo psicológico en la medicina, Pierre Solignac (1973) cita a un tal P. Abrami, de quien no he podido encontrar rastro.  Pero la cita data de una lección inaugural en la facultad de Medicina de París. Abrami sostuvo que, tratándose de las enfermedades orgánicas, existía el más grande desinterés por ver de antemano las causas reales de ellas; que de por sí, son innumerables las patologías funcionales que se darían a partir de lo emocional: colitis, hipertensión, esclerosis, espasmos, entre otras.

 

                Para proseguir quisiera recordar que el psicoanálisis no es igual a la biología, a la neurología, ni a la medicina.  Quizá a esta última un tanto, por la cualidad de seriedad y porque se trata de operar, pero con la palabra.  Y es que la atención está en el lenguaje (para Lacan), sin que caigamos en un lenguajicismo psicoanalítico.  De esta manera apunto nada más lo que ya sabemos: Freud no es Lacan, porque para Freud existe la realidad, lo interno y lo externo.  Con Lacan asumimos que la realidad es topológica y no euclidiana.

 

                Los paradigmas en Jacques Lacan son distintos a los de Freud.  Por ejemplo, el paradigma (de la ciencia) para sostener un psicoanálisis debe ser la física y no como los psicoanalistas piensan –y también la psicología–, la base orgánica… la biología o la experiencia del cuerpo.

 

¿Han visto que cuando una persona tiene alguna afección en el cuerpo, lo primero que piensan es en descartar, por medio de exámenes médicos, que sea algo biológico? ¿Se dan cuenta que la autoridad para determinar una afección en el cuerpo es la biología, la medicina, la anatomía? Es lo que incluso enseñan en las facultades de psicología. ¿Por qué no se les ocurriría primero que la causa podría ser psicológica? Con ello vemos incluso cómo está construido el imaginario social.  Es decir, bajo qué discursos Amo.  Se considera que, si no es palpable, substancial, objetivo, anatómico, no es un hecho “real”.  Por ese motivo o bajo ese paradigma es que el psicoanálisis no puede ser considerado como ciencia.  La medicina parte de lo empírico para considerarse ciencia, pero es tal como se esmeró Freud en hacerlo y Erik Kandel lo avala con sus elaboraciones teóricas.

 

                Pero hay ciertas manifestaciones que no se pueden explicar desde lo biológico, ni a partir de la neurona.

 

                Primero definamos el inconsciente como el lenguaje que se escapa de la conciencia del sujeto, que a su vez en la inserción del deseo como función del Otro como excesos del lenguaje que al sujeto se le escapa de su propio dominio y aquello lo podemos definir como gozo o goce, lo que se experimenta en el cuerpo.  He creado un pequeño gráfico a partir de la conferencia de Jacques Lacan, Psicoanálisis y Medicina. El Lugar del psicoanálisis en la medicina (1966):

 

 



                Frente algunas afecciones orgánicas, como la fibromialgia del caso M., especialistas empiezan a probar medicinas alternativas, pero frente a esto ¿sería el psicoanálisis un tratamiento posible para poder pensar en una cura a las afecciones orgánicas sin causas orgánicas determinadas?

 

                Establezcamos que lo subjetivo importa y no habrá que menoscabarlo, tal como lo planteaba el desconocido Abrami.  Aún así, al sujeto en psicoanálisis se lo concibe como una topología, saliendo del engranaje dualista mente-cuerpo… por ese lado se va disolviendo la argumentación psicosomática.

 

                ¿Sería, por ejemplo, la fibromialgia un fracaso de la medicina? Más que intentar responder esa pregunta, mejor centrémonos en que sí, el psicoanálisis es un tratamiento posible incluso para cualquiera de las enfermedades orgánicas, de las que aún, la medicina no ha encontrado causa, entendiendo que las afecciones del cuerpo son también producto de lo relacional, son multicausales, generados por causas subjetivas o generando efectos subjetivos.  A partir de aquí que, todo médico debería trabajar con un profesional de la escucha.

 

                Entonces podemos pensar en ¿cómo es el acercamiento a la psicología, psicoanálisis o prácticas PSI que tienen los estudiantes de medicina? En algunas facultades de Medicina las asignaturas de psicología las siguen dando médicos.  Eso es como que la asignatura de psiquiatría en las facultades de Psicología la impartan psicólogos.

 

                ¿Será que los médicos necesitan de un psicoanalista?  El médico también se encuentra operando en un lugar de función, entendido función, desde la matemática.    Está en una posición de saber al que se le ¿debe obediencia?, a diferencia de cómo decía el enfermo imaginario de Molière.  Pero gracias a la posición que se ha construido el médico a lo largo de la historia, a ese lugar de autoridad y de saber supuesto, es que puede haber psicoanalista.  Con la diferencia de que el médico está detrás de curar y el analista de escuchar, y el paciente necesita de una cura física y de ser escuchado fuera de la óptica médica.

 

                Pero el psicoanálisis actúa de forma marginal y es marginado; extra territorial porque es desplazado, sin embargo, esta última, por la misma cerradura del discurso psicoanalítico para dialogar con otros discursos.

 

                Al final, el análisis de M. fue interrumpido por los padres médicos, para atenderla por otras vías más científicas, o alternativas daba igual, que acudan a la conversión física de lo subjetivo.  En las sesiones ella reconoció que sufría porque no hablaba y no era escuchada; por permanecer callada “todo el tiempo” y desenvolverse en un ambiente de restricciones.  La dirección de la cura no beneficiaba el status quo de los padres.  Sin embargo, M. pudo mediante el canto, sostenerse mientras seguía experimentando novedosos tratamientos contra su afección en el cuerpo.

 

 

               

               

Carlos Silva Koppel

Psicoanalista 

               

 

 

Referencias bibliográficas:

 

      D’Alvia, R. (Comp.) (2001). El Dolor, un enfoque interdisciplinario. Buenos Aires: Paidós.

      Kaplan, H. y Sadock, B. (s.f.). Tratado de psiquiatría/VI. Buenos Aires: Panamericana.

      Lacan, J. (1966). Psicoanálisis y medicina. El lugar del psicoanálisis en la medicina. Traducción de Ricardo Rodríguez Ponte.

      Schnake, A. (1995). Los diálogos del cuerpo. Santiago de Chile: Cuatro Vientos Editorial.

      Solignac, P. (1973). Importancia de lo psicológico en la medicina. Bilbao: El Mensajero.

 

 



[1] De antemano nos vamos dando cuenta de la importancia de un agente de las disciplinas psicológicas en el ámbito de la medicina.