martes, 30 de junio de 2009

Gracias al Estado hay Universidad

Sábado 17 de junio del 2009

Ya en horas de la tarde recordé lo que a mi parecer, el estadista por excelencia, el Presidente, mencionaba en su cadena sabatina sin vanilocuencias, la inoperancia de financiar carreras que ya el Estado no demanda. No del todo obvio está inscrito que tal financiamiento está dirigido a las Universidades del Estado y existe el trillado argumento falaz que las carreras surgen a partir de la gran demanda social.

Hay una cantidad exacerbada de abogados, de empresarios, de marketeros y economistas, por tal motivo, el Estado está obligado a retirar el financiamiento de dichas carreras.

La Universidad más que un espacio de preparación profesional siempre ha sido una empresa bientrecha productora de obreros, hablando de las universidades subvencionadas por el Estado, mientras las privadas, empresas que ven el ingreso a un corto plazo, es decir, aquí el negocio es mientras el individuo está cursando la carrera. Claro, por ser privada existen mayores privilegios académicos, si se quiere.

Estrictamente, en este discurso del Presidente se percibe el olor álgido del socialismo. En la universidad gratuita se aperturan carreras, en pocas palabras, para que les sirva a la sociedad. Democráticamente se impone un variado número de profesiones, no que un ciudadano pueda elegir, sino que el Estado considera están dentro de la demanda social.

No podríamos imaginar jamás estudiar en una universidad del Estado: Literatura, Poesía, Filosofía, Antropología, etc., porque esto al Estado no le sirve en lo más mínimo para poder acudir a la demanda social que éste mismo propicia y espera que exista.
La demanda social existe porque existe un discurso que lo atiende, en este caso el Estado. El Estado justifica su existencia a partir de la demanda social. ¿Qué sentido tendría acabar con la llamada demanda social?, sería el fin del Estado.

Se vende la idea que la Universidad es gratuita y por tal motivo el estudiante se encuentra en un compromiso, en deuda y la tiene que pagar con sus servicios, dejando de lado cualquier idea de hacer algo distinto, algo que persiga un interés individual, y esto es obligatorio.

Hay que diferenciar si algo es gratuito porque otro lo paga o es gratuito porque así debe de ser. La Universidad es una potencial máquina productora de obreros. Se los entrena para trabajar en condiciones infrahumanas, sin paga. Se les enseña que tienen que trabajar en las peores condiciones, sin objeción alguna, porque eso es un requisito para graduarse aparte que está pagando su deuda con el Estado.

Por eso en instituciones públicas seleccionan personal exclusivamente de una Universidad Gratuita, porque éstos están entrenados para la explotación, por ejemplo. Mientras que en las instituciones privadas se seleccionan a estudiantes de universidades privadas, no sólo por su preparación académica, sino por su manera de pensar; podría ser un completo idiota, pero tiene carácter y posiblemente ocupe un cargo administrativo, y si el de la universidad gratuita por obra del “Señor”, llegue a trabajar en dicha institución, lo hará posiblemente en condición de esclavo, no tanto así, quiero decir, con un sobrecargo de horas y con un sueldo mínimo.

Simplemente el hecho de cerrar una carrera por no estar dentro de la demanda social no es sólo un acto dictatorial, sino que con esto se demuestra la esencia del socialismo, su colectivización, que desagua en su carácter inhumano. ¿Ahora qué pasará con quienes querían ser abogados?, tendrá que estudiar alguna cosa que le sirva al Estado. Se elimina por completo el interés particular de cada persona.
La Universidad es otro sistema burocrático al cual tenemos que someternos, para de alguna manera poder sobrevivir.

martes, 9 de junio de 2009

A psicólogo, prefiero el sacerdocio

¿Cuántas veces no se han escuchado las críticas y hemos sido testigos de envidias latentes, de la famosa “ciencia en psicología”, frente a las religiones y terapias alternativas?.
De la llamada psicología científica y que todavía algunos denominan precipitadamente como ciencia joven, se jactan de la objetividad de su ciencia prepúber, en plena edad del asno, lanzando juicios equivocados a otras disciplinas de carácter religioso, étnico y filosófico, y lo hacen sin ningún sustento lógico, sino repitiendo la figura de la ciencia objetiva.

Se critica a la religión por su carácter no objetivo, su carácter de fe y místico. Ken Wilber, sociólogo de la religión, primero dice que, para que esta burrada de los psicólogos no se conciba, hay que diferenciar lo esotérico de lo exotérico. Lo primero por su carácter fantasioso y novelesco y el segundo por la creencia per se. Lo primero es fantástico y lo segundo místico. La ciencia en su afán de someter todo a experimentación, y cree que por medio de esto alguna disciplina se vuelve objetiva, se lanza hacia la religión con estas argumentaciones, sin saber que, en lo que concierne a la religión y otras técnicas existe experimentación.
Experimentación en cuanto a la creencia y lo exotérico, el sujeto individual experimenta su sensación de bienestar, su cura. En el creer, en el confesarse, en hacerse la limpia. Esto no es menos “eficaz” (palabra favorita de la ciencia), que cualquier psicoterapia. El científico por su parte no lo va a entender como lo puede entender el creyente. El creyente, el místico, comprueba por medio de su experiencia, que aquélla doctrina le es eficaz. Un científico jamás podrá comprenderlo.

La psicoterapia nunca ha sido eficaz. Se le busca constantemente la quinta pata de la eficacia. Se hacen experimentos, pruebas, mediciones, pero no llegan a nada. En sí no se puede hablar de una eficacia. Y ahora, tampoco se puede hablar de psicólogo o psicoterapeuta, cuando su verdadera labor, se ve manipulada y prostituida por otros discursos, más aún en estos tiempos por ser parte de un discurso científico.

Dentro de la ética del psicologucho, en mis términos, se dice parafraseándolo de la siguiente manera: Si mantiene la confidencialidad del caso, va a mantener serios problemas. Volcándome un poco científico en una pequeña investigación que he hecho, he consultado a jóvenes sobre sus visitas a otros psicólogos, por problemas severos de conducta no apropiada, y lo primero que le preguntas estos profesionales de la llamada “salud mental” es: ¿Por qué te portas así?, y siguen cosas como, “cuéntame que no le digo a tu mami”, y de hecho rompen con su compromiso, y le sigue “prométeme que te vas a portar bien”. La decepción de estos jóvenes al ir a éstos psicologuchos, que por coincidencia (esperemos), en todos se repitió la misma burrada, la decepción fue muy grande.

La labor del psicólogo atendiendo violencia por ejemplo, es de denunciar. El psicólogo obedece a su ética y denuncia el caso de ultrajo, para que la víctima ultrajada vuelva a ser ultrajada por los fiscales. El psicologucho se vuelve pescador de delitos, se vuelve un informante, un “infiltrado”, una herramienta más, un peón. Es por su tecnicismo, pragmatismo y su pobreza, por no decir ignorancia, que el psicólogo es prostituido y vendido como esclavo.

Tanto que se critica a la religión, la confesión, por ejemplo, implica un proceso de escucha, en donde el sacerdote pocas veces emite juicios de valor, y lo único que hace es absolver al sujeto de su angustia. Hay una reconstrucción del yo, hay una cura. Como decía Freud, todavía respirando aires médicos (1905), lo importante de una psicoterapia es llegar a una cura.
Pensemos en que un sujeto se confiesa dos o tres veces al mes, hay cura de por sí. Lo mejor de todo es que la confidencialidad se respeta. Tal vez el sacerdote sepa más de psicología que un psicologucho. A psicólogo-ucho, prefiero el sacerdocio y eso que soy ateo.

Conozco un chiste

Un hombre va al doctor.

Dice que está deprimido

dice que la vida la parece cruel.

Dice que se siente solo

en un mundo amenazador en que todo es vago e incierto.


El doctor dice: "el tratamiento es simple. El gran payaso Pagliacci

está en la ciudad. Esta noche. Vaya a verle, eso le animará".


El hombre estalla en lágrimas. Dice: "pero, doctor… yo soy Pagliacci".


Buen chiste.



Todos ríen.



Redobles de tambores.



Cortinas.



Dr. Rorschach

Watchmen