Trastorno bipolar con episodio maníaco, trastorno esquizoafectivo, trastorno disocial de la personalidad, psicópata o perverso, sociópata, etc., son algunos de los diagnósticos que se le pueden atribuir al tan conocido archivillano de Batman: el Guasón. Lo diría un psiquiatra o un psicólogo, hasta un sociólogo podría caer en la trampa, si en algún momento le solicitaran hablar de él, difamando al pobre activista.
Es re-conocido que no puede haber mal sin bien, una antístesis a algo ya existente, esto sin caer en el juego dialéctico. La enfermedad para la salud, el estudiante para el maestro, la delincuencia para la policía, el paciente para el doctor. Y precisamente aquí radica la idea ingenua de poder acabar con una antítesis de éstas. Pues resulta dinámicamente inacabable y se manifiesta con una economía de igual a igual, si el intento de acabar con la delincuencia es mayor, pues mayor será el índice delictivo, y habrá tanta delincuencia, como operativos policiales.

El Guasón es una derivación de una ciudad industrializada como se ilustra Ciudad Gótica, es una respuesta a las industrias Díaz, es la contestación a Batman, que en sí, también son susceptibles a diagnósticos, pero nos quedamos solamente con que son también una práctica sádica, así como tantas otras instituciones o dispositivos de poder. Es como el axioma de la educación, educar sin importar el “cómo” del asunto. Se muestra a un maestro severo amo de un saber que idealiza a todos sus estudiantes como ignorantes, pervirtiéndose toda intención de enseñanza. Obviamente surgirán los “guasones” del aula de clases, para establecer un equilibrio. De aquí, que el asunto es meramente político.
Entes como el Guasón son expresiones sociales que persiguen una liberación, quizás, libidinal, a un sistema vorazmente industrializado e impositivo. Cada uno siguiendo su propia moral, la diferencia es que la del Guasón es concientemente ideológica (por eso se dice en este texto que se trata de un activista), mientras la otra con intereses de control y progreso económico.
Nuestro villano, no es más que un recuerdo de la dinámica social, de la perversa actuación y ejercicio de un sistema de poder, hacia el poder mismo, no hacia la sociedad per se, ésta es sólo su medio. Se diría en algunos contextos, que se trata de un síntoma y obviamente, se ha de querer eliminar y ya es sabido que regresará como retorno de lo reprimido y de otras muchas formas.
Lo que se intenta ilustrar es que no hay un diagnóstico, que los sujetos son inajustables a un diagnóstico. En el caso de nuestro villano en cuestión, a lo que él concierne, es una demostración de que un dispositivo de poder no funciona, algo que el mismo Guasón se encarga de increpar, de echar culpa, tal como un superyó freudiano, sin embargo gracias a que existe este dispositivo bien instalado aunque maltrecho, es que el Guasón existe, “se completa”.