sábado, 14 de noviembre de 2009

El Presidente y Chomsky



Dentro del discurso sabatino llevado a cabo por el señor Presidente Rafael Correa, el 7 de noviembre (2009), me satisfizo escuchar por parte del mandatario, que se había estrechado de manos con el filósofo, lingüista y activista político Noam Chomsky, de lo que luego comentó el ejecutivo, que era uno de sus “autores favoritos”, explicando brevedades sobre la vida de éste

En ese caso creería que en esa afinidad entre el mandatario y el autor, existirán también afinidades con lo que el autor ha llevado a discusión durante tanto tiempo en su obra, como la de tener una concepción humanista y firme de la naturaleza humana, comprendiendo todos los fenómenos y procesos que ella encierra; esto da lugar al respeto a la libertad, a la dignidad, la creatividad y otras manifestaciones esenciales.

Otra sería el comprender a cabalidad la naturaleza del poder, la opresión, el terror y la destrucción de una sociedad, sabiendo que las instituciones económicas, comerciales, educativas, financieras, son entendidas como la piedra angular de un gobierno autocrático (considerado también en términos ideológicos).

Podríamos entender a Chomsky como un instigador de la Desobediencia Civil, para hablar en términos de activismo político. Chomsky menciona que si se está pensando en la “revolución social”, aunque por supuesto sería absurdo presentar una descripción detallada del objetivo que se intenta alcanzar, no se puede lograr por tener una comprensión muy parcial de las realidades sociales y, en ese caso, de las realidades humanas. Entonces, la revolución es un fracaso, especialmente si proviene de una instancia de poder. Por lo tanto, la revolución, o lo que Chomsky llama “Justicia”, está íntimamente ligada con la Desobediencia Civil, algo que pondría en tela de duda, que una instancia de “Poder” apruebe.

Por ejemplo, una amenaza de autoritarismo, de dictadura o de clausura a los ciudadanos, sería algo muy grave en una sociedad. La justicia, vista en términos de desobediencia civil, llenos de incertidumbre (es decir, que no se saben las consecuencias), sería la forma de hacer política para Chomsky. Para éste profesor del MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets), es correcto consolidar actos que impidan acciones criminales del Estado, actos como: dañar los bienes públicos o cerrar el tránsito para evitar que hayan más asesinatos en Guayaquil, por ejemplo. Luego dice: “hay que tener cuidado cuando se llama a algo ilegal”.

El viejo lingüista también tiene aportes sobre la educación. Dice que en lo que se llama “Institución Educativa”, prima un modelo que impide el pensamiento crítico e independiente, que no permite razonar y fijan explicaciones que resultan como únicas, formando así tecnócratas. No hay por parte de los profesores una petición a los estudiantes, que lleve a analizar las estructuras políticas y sociales que forman sus vidas, peor aún llevar a los estudiantes a que descubran “la verdad por ellos mismos”. La empresa de la educación seguirá siendo un aparato ideológico y pronto, del Estado.

Después de todo esto, es interesante que haya una preferencia por Chomsky. Tendría mis dudas.

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