domingo, 24 de enero de 2010

¿A mí me está pasando esto?

Caminando por algunos lugares de nuestra urbe, Guayaquil, se encuentran muchas situaciones que limitan con lo risible, y no necesariamente nos referimos a la política, sino más bien a cuestiones similares a la de disfrazarse de Ronald McDonald para el lanzamiento de una nueva hamburguesa, y que sí, podría ser bien una cuestión política.

En todo caso, caminando y caminando, no muy lejos de alguna parte, nos tropezamos con un consultorio psicológico, en cuyo lobby se encuentra pegado en una cartelera de corcho, un epigrama que se titulaba de la siguiente manera: “Algunas causas para que usted decida asistir a terapia psicológica”, seguido de, “¿A mí me está pasando esto?”.

Entre las más destacadas causas señalaremos las siguientes: Mi hijo es un adulto y todavía tengo que mantenerlo; Soy un vago; Creo que no es mi hijo; Niño se masturba; Su padre nos abandonó cuando era muy niña; Cuando era pequeña mi primo nos manoseaba; Vida monótona: he perdido las ganas de vivir ¿Qué hago?; Golpeo a su esposa; Estoy confundida; Ni dejarlo, ni vivir con el…, etc. Se subraya que se las ha escrito idénticamente, si hubiere faltas de ortografía, anfibologías u otros errores, lindamos la responsabilidad a la referencia de origen.


Es natural que en esos momentos nazca una vergüenza ajena, seguida de una especie de desprecio, pasando por expresiones de la cara como luces de semáforo, concluyendo posiblemente con algún escrito, preguntándose si esta falta nace de la psicología, de los psicólogos o instigada por el mercado. Los errores de ortografía, la desidia al escribir, el señalar los males que una persona padece, no son solamente una forma de subestimar a quien lee o una manifestación de ignorancia de quien escribe, sino una abyección por lo que esto podría producir, es más, el hecho de inducir a ir al psicólogo es ya un aspecto lleno de sordidez, lleno de artería psicológica.

Ciertamente, podría ser una forma de llenar los consultorios, sin embargo, vemos que la psicología y sus psicólogos siguen normando, nombrando al sujeto o en su detrimento, intentan darle nombres. Cuando a lo que al sujeto respecta, a lo que le concierne en su particularidad, está en contraposición de cualquier norma. Aquí, en defensa de la psicología, podríamos decir que piensa, pero piensa en reducir la singularidad del sujeto, con sus ideales y a beneficio propio.

El trabajo que nos convoca, invita también a preguntar el ¿por qué? de esta intención, ¿será de desesperanza, por ingenuidad o ignorancia? A lo que nos sugiere responder que es un poco de las tres, sin dejar de lado al discurso del mercado, de la oferta y la demanda. Pues bien, podría tratarse de una nueva profesión llamada: Ingeniería en Marketing y del Comportamiento, un dos en uno muy importante. Se crea la demanda al cliente, se le da a duras penas lo que quiere. Entre esas ofertas tenemos distintas técnicas que acabarán con los comportamientos que el psicólogo cree no deseados, como los que usted vio ahí e identificándose y luego se lo vendemos. Es una empresa completa, es de la vida real y, ¡puede usted llamar ya!

La responsabilidad del psicólogo no reposa solamente en la adquisición de técnicas para resolver problemas, ni mucho menos se aloja en el campo de la clínica sujeto a una demanda de mercado y de la salubridad mental, sino en algo mucho más estructurado y complejo: la ética. Aquella que no encontramos en un manual de estatuto organizacional y jurídico, sino la que nos provee la teoría, la que pasa desapercibida por la preocupación de resolver problemas y aprender nuevas técnicas.

Esta disimetría que se avizora en este tipo de anuncios, bien camuflada, denota nada más que un efecto de individuos creyéndose por encima de los demás, que pueden hablar de problemas, de enfermedades y se ofrecen a resolverlas. Parece ser una mirada de sabio, objetiva por supuesto, que consta como paradigma primordial en la ahora llamada “Ciencia Psicológica”, empero se trata de una estrategia de ejercicio de poder, al servicio del mercado y el nuevo orden de las disposiciones salubres.

Michel Foucault consideraría en este contexto, que si se llegase a esta posición estratégica del poder, sería sin duda que el problema antes de ser, o más bien, para poder ser problema del conocimiento, de la verdad de la enfermedad o de su curación, debe ser un problema de victoria. En otras palabras, demostrar quién manda aquí. Y en este compromiso, es inaceptable defraudar a la demanda, surgida del mismo paciente, del gran organismo de la salubridad mental, o del campo nada más médico. Los espacios deben ser ganados, las batallas deben ser ganadas y para que haya batallas, hay que declarar guerras. Así que si usted tiene algunos de esos conflictos, puede asistir a su psicólogo de turno.

martes, 12 de enero de 2010

Un "Avatar" para la Revolución Ciudadana


Al parecer lo más importante de la película de James Cameron, Avatar, no es el final feliz, sino la apología íntima al socialismo y éste sin despegarse de la naturaleza. En aquellas escenas en que los Na’Vi se encuentran entrelazados mutuamente, se vislumbra una armonía entre su comunidad y la “madre naturaleza”, en una especie de simbiosis, donde madre e hijos se cuidan mutuamente; sin el uno, no puede vivir el otro. ¿Qué importa aquí el Capital?

Na’Vi, nombre que sin muchos análisis alude a la palabra inglesa native, que en español significa nativo, aborigen, indígena, autóctono de un lugar, a quienes cabe preguntar: ¿Cuándo es que a ellos les ha importado el capital, el dinero, la “Empresa” o el comercio? Todo resurge de la madre tierra. La idea del ahorro, de acumular, permuta en su idiosincrasia a cambio de un sabio manejo de los recursos naturales en armonía con el medio ambiente. El ahorro como ya sabrán, es infundado por el sistema capital.

Elías Capriles, filósofo venezolano, propone el “Ecocomunismo”, corriente que inicia criticando ferozmente al socialismo, considerándolo como una postura imposible de mantener y como deficiente económicamente frente al capitalismo. Es decir, no hay socialismo que produzca más que los niveles capitalistas. Reconoce que el verdadero socialismo se da en conjunto con la naturaleza, como vivían nuestros indígenas.

En su detrimento, el actual socialismo, vehemente, adquiere comportamientos capitalistas, de destrucción, de conquista y de explotación. El Parque Nacional Yasuní, pulmón de Latinoamérica y patrimonio ecológico mundial, probablemente será explotado para sustraer el petróleo, aun habiendo anunciado que “el petróleo se queda abajo”. Como vorágine, esta economía socialista, toma conductas capitalistas. Y ya sabemos que el capitalismo es la base de la pobreza y el socialismo de mantenerla, sin embargo, de qué clase revolución social se habla. Esta empresa de la explotación, de la absorción de todo tipo de recursos, de los socialismos de “pon el hombro” a bajos costos, no solamente acabará con la “madre naturaleza”, sino que acabará por desembocar en una crisis social más grave de las que se viven a diario. Los Na’ Vi, mil veces más astutos, expulsaron a sus invasores, a diferencia del pensamiento “acholado” del nativo ecuatoriano (todos nosotros), aceptamos lo que se venga.


Capriles, que visitó el país el año pasado, no de manera profética como aclaró, mencionó que pronto el mundo va a acabarse, por esta corriente de imperio que se crece en todos los rincones del planeta. De acabar con todo lo verde de los arboles, para convertirlo en buenos verdes de billetes. El fin del mundo, no es como en 2012, o como en El día después de mañana, es un proceso paulatino que toma algunos años y que ya se está viviendo.

¿Cómo solventar la economía del país entonces? Lo sabrán los expertos, aquí lo único que se dice es que, con lo correspondiente al Yasuní, no hay nada de socialismo del siglo XXI. Más valen los 920 millones de billetes bien verdes, que la vida; recordando que humano y naturaleza son uno. Es mejor que aprendamos de los Na´Vi, o a nuestros nativos del Yasuní.