Es interesante observar cómo una oposición puede derrumbarse frente a un régimen de Poder. Llegar al fondo del pantano para lanzar sus más espesos lodos, sus pocos argumentos. Una oposición vacía, cansada, fastidiada y desesperada. Frente a una institución que se apropia y legitima velozmente de todos los poderes. Sin embargo, esta oposición por más vulgar y débil que sea, es, ok… bueno: una oposición. Es la que por sus desaciertos, obliga al régimen a aclarar, a desmentir y a rendir cuentas.
Error inmenso es pensar que la lucha es en las calles y aun ideando revoluciones, peor violentas. Eso no será ni más ni menos que un pequeño berrinche, de niños de escuela; de universitarios. No se necesitan tantos berrinches de lado de la oposición, ya hay suficientes. La oposición procurará ser más profunda, mejor elaborada. Podría hasta ser poética, paciente o filosófica; a la altura. Considerando que en aquéllos rascacielos, el Poder no sepa de qué se le esté hablando, evocando al principio de Dilbert. Probablemente así el Poder como tal, pueda sentirse incómodo o herido por no entender. La oposición puede ser escrita.
Se escribe no para un partido, sino para los públicos, parafraseando a Juan Montalvo, verdadero rey del insulto, quien incita a la gente a no dejar de escribir, no dejar de hablar, mientras se pueda. Pobre de don Gabriel García, como él le llamaba. Se las vio negras hasta la noche de la tormenta. Ya oposiciones así no encontramos estos días. ¿Qué nos ha pasado?
Gracias a la oposición inestable que existe, la necesidad de aclarar, desmentir y ser eficaces no es menester. Una vehemencia por rendir cuentas, decir lo que se hace, lo que no se hace, lo que se hará, es de prioridad para el régimen. Pues aquí el control en todos los resquicios no puede claudicar: las formas, las listas, los informes, etc. Que muestren eficacia y eficiencia de todos quienes trabajan. Sin embargo, no se puede ser tan ingenuo.
Los sistemas de control no pueden estar al tanto de todo. No se puede pensar en que todo va bien, a la perfección: por esta calle pasa la patrulla, a la vuelta roban; aquí todo es legal, más allá pasan coimas; sigan ustedes. El abuso de rendición de cuentas, para justificar una posición, para demostrar que se trabaja y el control de los distintos espacios, es en vano, si es que no se sienten los cambios, si es que no sentimos los cambios. De lo que se dice que se hace, a lo que se vive, hay un río más grande que el Amazonas. Entonces tocará aprender a pensar, si no, a nadar.
Error inmenso es pensar que la lucha es en las calles y aun ideando revoluciones, peor violentas. Eso no será ni más ni menos que un pequeño berrinche, de niños de escuela; de universitarios. No se necesitan tantos berrinches de lado de la oposición, ya hay suficientes. La oposición procurará ser más profunda, mejor elaborada. Podría hasta ser poética, paciente o filosófica; a la altura. Considerando que en aquéllos rascacielos, el Poder no sepa de qué se le esté hablando, evocando al principio de Dilbert. Probablemente así el Poder como tal, pueda sentirse incómodo o herido por no entender. La oposición puede ser escrita.
Se escribe no para un partido, sino para los públicos, parafraseando a Juan Montalvo, verdadero rey del insulto, quien incita a la gente a no dejar de escribir, no dejar de hablar, mientras se pueda. Pobre de don Gabriel García, como él le llamaba. Se las vio negras hasta la noche de la tormenta. Ya oposiciones así no encontramos estos días. ¿Qué nos ha pasado?
Gracias a la oposición inestable que existe, la necesidad de aclarar, desmentir y ser eficaces no es menester. Una vehemencia por rendir cuentas, decir lo que se hace, lo que no se hace, lo que se hará, es de prioridad para el régimen. Pues aquí el control en todos los resquicios no puede claudicar: las formas, las listas, los informes, etc. Que muestren eficacia y eficiencia de todos quienes trabajan. Sin embargo, no se puede ser tan ingenuo.
Los sistemas de control no pueden estar al tanto de todo. No se puede pensar en que todo va bien, a la perfección: por esta calle pasa la patrulla, a la vuelta roban; aquí todo es legal, más allá pasan coimas; sigan ustedes. El abuso de rendición de cuentas, para justificar una posición, para demostrar que se trabaja y el control de los distintos espacios, es en vano, si es que no se sienten los cambios, si es que no sentimos los cambios. De lo que se dice que se hace, a lo que se vive, hay un río más grande que el Amazonas. Entonces tocará aprender a pensar, si no, a nadar.