jueves, 26 de enero de 2017

¿El fin de la “Revolución Ciudadana”?





El semáforo político se encuentra hoy en amarillo.  Los que han estado en luz roja por diez años esperan con ansias el libre paso, para configurar sus propios caminos de gobierno.  En esta espera los desacuerdos e individualismos encontraron su lugar por el afán de llegar al poder, aún estando a la vuelta del evento electoral.  División y posiciones encontradas que a estos líderes políticos los pone en evidencia como malos estrategas.

Nada está constituido para siempre, incluso el oficio de hacer continuar una forma de gobierno está llena de impases y desvíos imposibles de controlar desde las jerarquías políticas.   Lo hemos visto en las deserciones, en las denuncias de corrupción, en los exilios de corruptos, en las expulsiones: situaciones generales que corresponden a una dinámica interna.  Pero también en el sostenimiento de leyes y medidas, que bien pueden no importar a mayorías según sus prioridades vitales, pero sí a grupos específicos que se han dado cuenta de la intervención del Estado en el control y dirección de nuestras vidas, cuerpos y mentes.

La dura realidad del Ecuador es que los derechos que se dicen que se han coartado, como los evidentes y ridículos abusos persecutorios sobre algunas libertades civiles, no son prioridad para grupos vulnerables y que, en nuestra cosmovisión como país, predomina más la preocupación del sustento diario, el trabajo, la seguridad social, la estabilidad y el éxito económico (tal como los corporativismos nos venden); tal como los candidatos lo prometen.  Por geopolítica toca que sobrevivir importe más que cultivarse en letras y pensamiento, que al fin y al cabo serían determinantes para sojuzgar con cautela a quien nos representa políticamente.  Es nuestra herencia innegable e incorregible al menos a corto plazo.

El miedo al continuismo es una realidad concreta de un sector ciudadano, pero no hay duda que existe una mayoría –marginada mucho tiempo– que está decidida a votar para que su luz verde siga encendida 4 años más.  Lo único que anhelan es que se mantenga lo que ya existe.  No se discute entonces que sigan confiando en los que han ejecutado proyectos que satisfacen necesidades inmediatas, a cambio de un autoritarismo discursivo expresado en las regulaciones a los honestos, burocratizaciones excesivas para los maestros, sometimiento de instancias privadas y silenciamiento de ciertas opiniones de peso.

¿Alguna vez ha sido necesario un debate político inteligente entre presidenciables, como condicionante para su posible elección?  No importa lo que digan, no importa cuánto se equivoquen, mientras haya paso libre al discurso populista aunque sea para dar esperanzas, que mueven a la masa más que cualquier detalle técnico de las propuestas de gobierno.

En elecciones, ningún monstruo político es invencible si se lleva a cabo el proceso electoral de manera honesta.  Pero su fuerza política radica más en la debilidad de sus adversarios, que de sus mismas virtudes.  Las carencias de toda la retahíla de candidatos incapaces de preparar una buena campaña política, nos van advirtiendo ya que nos preparemos para lo mismo algún tiempo más.




                                                                                  Carlos Silva Koppel

martes, 24 de enero de 2017

Sobre la transmisión del psicoanálisis






¿Qué es ser analista? y ¿cómo se transmite el psicoanálisis?

Están apuntadas las coordenadas de estudio para el psicoanálisis: lógica, topología, lingüística y antifilosofía, pero el problema de la transmisión no está muy claro todavía. ¿Cómo se hace la transmisión? ¿El psicoanálisis se estudia como una ciencia, es decir, dentro de la lógica universitaria?

Si bien es cierto, la transmisión de Lacan se hizo a manera de seminario, lo sabemos.  El quehacer de cada psicoanalista posteriormente fue cosa de cada uno, como se podría decir; como nos lo muestran algunos analistas importantes con sus investigaciones y propuestas como parte de su ética, lo que cada uno que se haya autorizado como tal tendría que vérselas de igual forma.

Es decir, ¿la transmisión se realiza desde un maestro? ¿Un pedagogo? ¿Un profesor? ¿Amo?... ¿un enseñante?¿Los discípulos en el psicoanálisis, son los mismos que habrían en la filosofía? Peor aún ¿Hay alumnos para graduarse de psicoanalistas?... ovejas perdidas.

La transmisión no es sin interpretación bajo transferencia, cosa que lo vuelve más problemático todavía.  La supuesta preferencia por la teoría (que desde el quehacer científico se requiere empiria/experimentación) no resuelve el problema de la transmisión.

Más allá del estudio de los textos, cada analista debe inmiscuirse en lo conflictivo de su inconsciente, incluso como necesario "para la existencia misma del análisis" (estas comillas por referencia a Lacan, Seminario 11).  Más de uno subrayó a la personalidad de Lacan, como obstáculo para la transmisión de su enseñanza.  Por otro lado, la transmisión no puede radicar, a mi juicio, en la operación de una suposición de saber en algún maestro, como muchos poslacanianos suelen acostumbrar, cayendo en el vicio de religión, secta, dogmas, etc.

¿La transmisión del psicoanálisis se da como un estudio filosófico, cuando lo que se propone en su base y para su comprensión es la antifilosofía?






Carlos Silva K.