miércoles, 1 de julio de 2009

La Escuelita

Conozco el caso de un pequeño, tenía 5 años de edad, admitamos que en aquélla edad no sabía leer bien. En un cumpleaños un familiar le obsequió una enciclopedia sobre la fauna que existe en el planeta. El niño desnudando su avidez de curiosidad, muy delicadamente revisaba los libros a cada rato que podía. Ya cansado él de ver las ilustraciones gráficas de los once tomos, empezó a leer las características de las especies ahí representadas, escuetamente pero lo hacía.

Sabía sobre Darwin y sus postulados, sabía Biología, algo de Ornitología, conocía los nombres en latín de algunas especies, entre otras cosas. Ya en primer grado, en una clase donde se aprendía sobre la “S”, había que citar ejemplos de animales cuyos nombres empezaren con la letra “S”. El niño ingenuo menciona algunos nombres extraños y la maestra aterrorizada con los ejemplos que había dado el niño, se sobresalta y lo repela por pensar que se está burlando de ella al inventarse esos animales, luego se burla. ¿Qué habrá pasado por la cabeza de este niño en aquél momento? ¿La profesora, la que me está enseñando? ¿Habrá sabido ella a lo que me refería o es que los libros estaban equivocados? Fue un shock fuerte para el niño. Es probable que el niño éste no hubiera de coger un libro en buen tiempo.

“La educación”, es un proceso perverso y degenerado. No hay educación académica de por sí. Este proceso es extremadamente limitante. Tiene establecidos estándares arcaicos, homogeneizantes, que a la vez se confunden entre el acto de enseñar y el acto de enseñar la autoridad que posee el profesor.

Hay muchos intelectuales que coinciden en que la educación es el proceso más vil y retrógrado, que la criatura humana tiene que soportar. Existe la posibilidad de llegar a la conclusión que están de acuerdo con el siguiente aforismo: “Yo estaba aprendiendo hasta que me metieron a la escuela”, dicho por Borges. Todos tendrán su propia paremia y habrán otros intelectuales que ni siquiera fueron a la escuela.

Honestamente seguiré las palabras de un amigo fraterno a propósito de la historia mencionada: “Aquello que te pasó permitió que te dieras cuenta lo que verdaderamente es la educación y ahora estás criticándola”.

El profesor, ignorante por antonomasia, debe quedarse así, pero también de ser afásico, mudo, debe ser una estatua y ganar bien, probablemente ahí el proceso de la educación llegue a concebirse. Es sólo una opinión.

1 comentario:

Alicia Dadá y Asesina sin sueldo dijo...

Estimado Carlos, muy de acuerdo con tus afirmaciones, solo dos cosas quiero aportar, puede que me equivoque pero la frase sobre el final de la educacion es de Bernard Shaw, a menos que tambien la haya dicho Borges y los dos hubiesen coincidido, lo que es posible.

Por otro lado la educación desde la lógica institucional del punto, la nota, el programa y la memoria pura se inscriben en la logica necesaria para crear seres apropiados, competentes para aceitar o dirigir las ruedas , las multiples ruedas del mercado.

El cambio de paradigma a lo Michel Orsay lo veo dificil desde las instituciones, vendria a ser un proceso individual, quizas grupal con los riesgos evangelizadores y de capillas que traen los pequeños grupos pero preferibles a la dinamica uniforme de la educacion tradicional.
Muchos saludos y que bueno que sigas con el blog y con tus reflexiones.
sIGA ADELANTE (Una broma, asi decia mi profesora de la escuela)