miércoles, 21 de octubre de 2009

La Justicia ilegal, un síntoma de “La Institución”.

Como contestación a una opinión de un catedrático, cuyo contenido citaba lo impertinente que era un espacio televisivo, que transmitía una serie sobre unos vengadores urbanos. “Es inadmisible que eso se transmita a la ciudadanía, que es verdad, que la cuestión legal es ineficaz y que la delincuencia ha incrementado y no hay forma de pararla, pero eso no significa que se haga justicia por mano propia, es ilegal”. A lo que yo, puedo decir lo siguiente frente a esta exacerbación de robos, asaltos, violaciones y asesinatos y un abandono institucional, a propósito aquél artículo:


No hay que ser hereje para no darse cuenta que las cosas no andan bien. En palabras contextualizadas: no hay que esperar ser muerto por otro, para darse cuenta que las cosas no andan bien. Haciendo alusión a las ideas, catalogadas como catastróficas, de hacer justicia por manos propias, se puede decir que no son del todo malas. Que existan programas que infundan argumentos y valores para hacer justicia, es una motivación dirigida a hacer cumplir la democracia. Es decir, se está completamente de acuerdo que no se puede andar por ahí como vengador ajustando cuentas, sin embargo, aquél hecho es, sin complicaciones, un activismo político.


De hacer justicia con manos propias y de arrojar piedras a los policías en la calle, ninguna es vista como una práctica ciudadana ejemplar y legal. Aunque, inclinados hacia premisas muy sencillas: frente a una ilegalidad en un régimen político (sabotear los medios de comunicación, por ejemplo), lo legal sería seguir los trámites burocráticos debidos para llegar a un acuerdo, ya se sabe que esto es imposible, entonces, a una acción ilegal, una respuesta ilegal (manifestar, lanzar piedras, dañar bienes públicos, etc.), legitimando aquélla acción ilegal haciéndose legal. En dicho caso ¿Qué de ilegal tendría?, de todas formas es por justicia. Esa ilegalidad, esa justicia por manos propias, es una tarea política, es la esencia de un activismo político, la mejor práctica patriota. Eso por un lado.


Por el otro, en nuestro contexto: nuestra ciudad, donde se ven a los policías muy parcos con respecto a la violencia desbordada, a un alcalde que ya se abotonó la camisa y a un presidente con otras prioridades; donde la ley que existe, se pierde entre el humo y los billetes; no hay tal cosa que se dice por ahí, “que todo se cumpla según lo legal”. Es un problema de institución: La Policía, la Alcaldía y el Gobierno. El sistema jurídico no funciona. La justicia tomada por propia mano, es una acción ilegal, pero es un acto pro-democracia, y es por último una consecuencia, que hoy por hoy, todavía no llega a su clímax. Si no, entonces ¿qué?


No se pretenden justificar medios, ni mucho menos fines, solamente esclarecer que la acción política puede ser ejecutada de muchas formas, que sea ilegal, pues siempre es ilegal, siempre para alcanzar la justicia que una “institución” no sabe brindar, porque existe corrupción, es decir, también es ilegal e injusta. No podemos hablar en nuestro contexto de legal o ilegal, cuando en sí, la Institución per se, lo es. Basta un botón para comprobarlo.

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