miércoles, 28 de enero de 2015

Pensando desde el CrossFit







La velocidad con la que el mundo gira, nos va robando poco a poco la posibilidad de sentarnos a pensar sobre él y a pensar sobre nosotros; hacia dónde va y hacia dónde vamos. Por muchos motivos estas preguntas están en claves evolutivas.
Las formas de producción, el mercado y la tecnología misma, emergen como opositoras de la naturaleza del hombre. Con ello no está demás decir que la idea de que la tecnología surge como facilitadora de nuestra vida, se salió de las manos provocando en la mayoría de casos,  una suerte de sedentarismo mental y físico. A esto súmese la abrumadora oferta de comida artificial y no hay que olvidarse de las tendencias de la moda que se imponen, en qué clase de ropa vestir, qué cuerpo lucir; se trata de una cultura de la vanidad la que seguimos, todo por poder encajar en la misma cultura. 

La adaptación, es un mecanismo que forma parte de la evolución.  Como todos los seres vivos, el ser humano no se queda atrás y en su caja de sorpresas, trae consigo su propio juego de “adaptación”.  Con esto se puede decir, que bien o mal, nos hemos y se nos ha adaptado al mundo en que vivimos.  Pero también, siguiendo esta idea misma de la evolución, surge una práctica que puede hacerle frente a la voracidad del mundo del que hablamos; ya saben lo que voy a mencionar: el CrossFit, siendo de igual modo una forma de resistencia a lo ya establecido.

En este sentido, la aparición del CrossFit (gracias a Greg Glassman) se cuenta a sí misma siguiendo sus mismos principios. Es decir, se trabaja físicamente según la funcionalidad del cuerpo del hombre[1] bajo los parámetros de su naturaleza.  Y el curso natural de la vida del ser humano lo llevó a que en algún momento se descubra algo como el CrossFit.  Estrictamente, se trata de evolución. 

Mucho se ha hablado de los varios motivos que el CrossFit nos presenta para encontrarnos con nuestra misma naturaleza física.  Desde cuáles son los movimientos que somos aptos para realizar, hasta la alimentación que debemos seguir. Es así cómo esta disciplina puede o no ser para todos.   Porque también nos conduce a encontrarnos con otro tipo de naturaleza: la mental.  Siendo esta la que nos pone los obstáculos por delante o nos lleva a saltarlos.  Dependiendo de cada uno, respetando la singularidad psicológica de cada sujeto.

Alguien puede decir que hacer CrossFit es muy difícil, que solo es para atletas o que solo es para gente que le gusta el dolor; en cambio puede haber otras personas a las que esta práctica les resulta muy amigable.  Por otro lado también se dice que el CrossFit no es para todos.  Lo cierto es que hacemos CrossFit desde que nacemos, desde que aprendemos a caminar, subirnos a una mesa para hacer alguna travesura, al momento de huir de un castgo, entre otros; pero todo esto se nos presentan como desafíos que vamos alcanzando.  Nuestro deporte surge desde la cotidianidad de los movimientos y del deseo de (sobre)vivir, es por eso que se ajusta a cada persona y todos pueden a atreverse a realizarlo, a la medida de los recursos de su personalidad.

Ahora, sin duda alguna existen aquí una serie de movimientos y ejercicios que tienen su nivel de dificultad. Que presentan y requieren cierta práctica para poder ejecutarlos.  Pero ante eso prevalece también la decisión y determinación, desde el mismo comienzo de decidirse por iniciar en CrossFit.  Es así como el primer desafío del Crossfit, es comenzar a practicarlo. Un riesgo que requiere de un espíritu fuerte.  Se podría declarar aquí un acercamiento primerizo con la Psicología.

En cada WOD (Trabajo del Día), a más de ser un trabajo físico, el CrossFit nos interpela psicológicamente.  Así, se acerca mucho a nuestra realidad psicológica y la relación de esta con la vida cotidiana: si es que somos atrevidos, temerosos, tramposos, valerosos o cobardes.  Porque en la vida, en el día a día, se presentan muchas situaciones que son muy similares a los WOD’s, por su nivel de dificultad.  Que nos interroga nuestra propia naturaleza mental para poder afrontarlas.

En el CrossFit existe la oportunidad de probarnos y ensayar nuestra vida diaria.  La satisfacción de haber terminado un WOD, haber mejorado un tiempo, haber realizado un ejercicio inimaginable, alcanzar un nuevo PR, es muy similar a resolver un conflicto laboral, amoroso, haber logrado algo muy querido para su día o para la vida misma.  Esto quizá pueda responder la pregunta de ¿Por qué CrossFit es tan adictivo? La respuesta es sencilla: porque se trata una metáfora de la vida.  No hay una resolución final.  Es un juego, cada día es un nuevo desafío; no hay un estancamiento; nos mantenemos problematizados, por lo tanto activos. 

Psicológicamente hablando, el hombre va creciendo mediante la confrontación de los desafíos que la vida le presenta.  Es una manera en que la personalidad se va formando.  El bienestar mental de una persona, depende de cómo esta puede lidiar con los conflictos que llueven diariamente, por decirlo de alguna forma.  La frustración por resolver estos conflictos o desafíos, lleva también por nombre “estrés”.  Puede que desaparezca en la medida en que estos inconvenientes se resuelven.  Por su parte, el CrossFit asoma también como práctica sublimatoria de muchas cargas psicológicas.  No es pertinente hablar de la salud mental como una constante, es variante, como cada WOD, como un día en CrossFit.




Carlos Silva Koppel


[1] Cuando se habla de hombre, se habla de la especie humana.   No se trata solamente del género masculino.

sábado, 24 de enero de 2015

Psicoanalista 2.0


“Moralizar, ¿No sería… una cosa inmoral?”
Friedrich Nietzsche

No se puede negar el cambio de época, ni tampoco la proliferación de producciones que corresponden a material del psicoanálisis lacaniano.  Son numerosas las colaboraciones, muchos los analistas – y analistas hay de todas las clases y escuelas-, que como hormiguitas suben sus elaboraciones a la web, a los blogs; es inagotable, es interminable la producción. Y, ¿Qué camino tomar? ¿Qué es más importante leer?  Seguramente muchas de las publicaciones no restarán de valor y habrá otras que sí habría que leer. Lo importante es que se puede dar cuenta de algo: la web alimenta la ligereza del analista –ligereza narcisística- y la dispersión del psicoanálisis, además de la desacreditación de este.  Porque de cierta medida todo pierde vigencia a causa del monstruo voraz de la tecnología, más ahora con el internet.

El psicoanalista hoy ¿Cómo se propone? Si el psicoanálisis se levanta sobre la plataforma del estructuralismo, y lo que concierne a la máquina, al internet y nuevas tecnologías, es de un orden semiótico que escapa a los axiomas lingüísticos, siendo irresponsable no pensar que esto que se disgrega del campo del significante, es un (o varios) componente de subjetivación o resubjetivación del sujeto,  y frente a ello ¿La escucha del analista es la misma?

La informática, la plataforma 2.0, es inaudible, ininteligible; son matemas, son nudos, es Lacan.  Lacan de la misma manera es inaudible, ininteligible, es un matema y es un nudo para los mismos analistas, quienes son los que sostienen al psicoanálisis lacaniano, a través de la escuela, de los carteles y a fin de cuentas, para lo que el psicoanálisis fue inventado/descubierto: la práctica clínica, es decir, crear condiciones para el apalabramiento, donde se juega la relación entre el sujeto con el goce.  Y es en torno a esta banda moebiana que gira la presente discusión: la re-construcción del analista.  El analista, ¿persona? ¿profesional? ¿padre/madre? El analista que se equivoca, el psicoanalista que no lo es o que ha dejado de ser.