La velocidad con la
que el mundo gira, nos va robando poco a poco la posibilidad de sentarnos a
pensar sobre él y a pensar sobre nosotros; hacia dónde va y hacia dónde vamos.
Por muchos motivos estas preguntas están en claves evolutivas.
Las formas de
producción, el mercado y la tecnología misma, emergen como opositoras de la
naturaleza del hombre. Con ello no está demás decir que la idea de que la
tecnología surge como facilitadora de nuestra vida, se salió de las manos
provocando en la mayoría de casos, una
suerte de sedentarismo mental y físico. A esto súmese la abrumadora oferta de
comida artificial y no hay que olvidarse de las tendencias de la moda que se
imponen, en qué clase de ropa vestir, qué cuerpo lucir; se trata de una cultura
de la vanidad la que seguimos, todo por poder encajar en la misma cultura.
La adaptación, es un
mecanismo que forma parte de la evolución.
Como todos los seres vivos, el ser humano no se queda atrás y en su caja
de sorpresas, trae consigo su propio juego de “adaptación”. Con esto se puede decir, que bien o mal, nos
hemos y se nos ha adaptado al mundo en que vivimos. Pero también, siguiendo esta idea misma de la
evolución, surge una práctica que puede hacerle frente a la voracidad del mundo
del que hablamos; ya saben lo que voy a mencionar: el CrossFit, siendo de igual
modo una forma de resistencia a lo ya establecido.
En este sentido, la
aparición del CrossFit (gracias a Greg Glassman) se cuenta a sí misma siguiendo
sus mismos principios. Es decir, se trabaja físicamente según la funcionalidad
del cuerpo del hombre[1]
bajo los parámetros de su naturaleza. Y el
curso natural de la vida del ser humano lo llevó a que en algún momento se
descubra algo como el CrossFit.
Estrictamente, se trata de evolución.
Mucho se ha hablado
de los varios motivos que el CrossFit nos presenta para encontrarnos con
nuestra misma naturaleza física. Desde
cuáles son los movimientos que somos aptos para realizar, hasta la alimentación
que debemos seguir. Es así cómo esta disciplina puede o no ser para todos. Porque también nos conduce a encontrarnos
con otro tipo de naturaleza: la mental. Siendo
esta la que nos pone los obstáculos por delante o nos lleva a saltarlos. Dependiendo de cada uno, respetando la singularidad
psicológica de cada sujeto.
Alguien puede decir
que hacer CrossFit es muy difícil, que solo es para atletas o que solo es para
gente que le gusta el dolor; en cambio puede haber otras personas a las que esta
práctica les resulta muy amigable. Por
otro lado también se dice que el CrossFit no es para todos. Lo cierto es que hacemos CrossFit desde que
nacemos, desde que aprendemos a caminar, subirnos a una mesa para hacer alguna
travesura, al momento de huir de un castgo, entre otros; pero todo esto se nos
presentan como desafíos que vamos alcanzando.
Nuestro deporte surge desde la cotidianidad de los movimientos y del deseo
de (sobre)vivir, es por eso que se ajusta a cada persona y todos pueden a
atreverse a realizarlo, a la medida de los recursos de su personalidad.
Ahora, sin duda
alguna existen aquí una serie de movimientos y ejercicios que tienen su nivel
de dificultad. Que presentan y requieren cierta práctica para poder ejecutarlos. Pero ante eso prevalece también la decisión y
determinación, desde el mismo comienzo de decidirse por iniciar en CrossFit. Es así como el primer desafío del Crossfit,
es comenzar a practicarlo. Un riesgo que requiere de un espíritu fuerte. Se podría declarar aquí un acercamiento
primerizo con la Psicología.
En cada WOD (Trabajo
del Día), a más de ser un trabajo físico, el CrossFit nos interpela
psicológicamente. Así, se acerca mucho a
nuestra realidad psicológica y la relación de esta con la vida cotidiana: si es
que somos atrevidos, temerosos, tramposos, valerosos o cobardes. Porque en la vida, en el día a día, se
presentan muchas situaciones que son muy similares a los WOD’s, por su nivel de
dificultad. Que nos interroga nuestra
propia naturaleza mental para poder afrontarlas.
En el CrossFit existe
la oportunidad de probarnos y ensayar nuestra vida diaria. La satisfacción de haber terminado un WOD,
haber mejorado un tiempo, haber realizado un ejercicio inimaginable, alcanzar
un nuevo PR, es muy similar a resolver un conflicto laboral, amoroso, haber
logrado algo muy querido para su día o para la vida misma. Esto quizá pueda responder la pregunta de
¿Por qué CrossFit es tan adictivo? La respuesta es sencilla: porque se trata una
metáfora de la vida. No hay una
resolución final. Es un juego, cada día
es un nuevo desafío; no hay un estancamiento; nos mantenemos problematizados,
por lo tanto activos.
Psicológicamente
hablando, el hombre va creciendo mediante la confrontación de los desafíos que
la vida le presenta. Es una manera en
que la personalidad se va formando. El
bienestar mental de una persona, depende de cómo esta puede lidiar con los
conflictos que llueven diariamente, por decirlo de alguna forma. La frustración por resolver estos conflictos
o desafíos, lleva también por nombre “estrés”.
Puede que desaparezca en la medida en que estos inconvenientes se resuelven. Por su parte, el CrossFit asoma también como
práctica sublimatoria de muchas cargas psicológicas. No es pertinente hablar de la salud mental
como una constante, es variante, como cada WOD, como un día en CrossFit.
Carlos Silva Koppel
[1] Cuando se habla de hombre, se habla de la especie humana. No se trata solamente del género masculino.
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