No
es difícil relacionar la genealogía[1]
con el psicoanálisis, al menos con el curso de una experiencia
psicoanalítica. Porque con la
genealogía, al contrario de la historia, se trata de una tarea esforzada por
darse cuenta de los detalles de cada singularidad del suceso o mejor dicho del
acontecimiento; con respecto a hoy, el acontecimiento del sujeto. Por lo tanto lo que difiere una genealogía
con los procesos o prácticas historicistas, es en que no le interesa la
búsqueda del “origen” que es lo que ya está ahí, sino más bien de los disfraces
y peripecias que se dan lugar, para
levantarlos y desvelar "un
algo".
En
la Carta 52 que Freud escribe a Fliess, Freud parte de la idea que existe una
estratificación sucesiva del psiquismo humano, que supone una lógica de un
proceso. Cabe el cuestionamiento de si
se trata de un orden y si es que además es realmente estratificado. Recordemos que estamos refiriéndonos de un
Freud aún neurólogo. Puedo decir a
partir de aquí, que cuando se habla de inconsciente, se habla de una memoria, ¿pero
hasta qué punto de una historia?, entendida ésta en el sentido de reminiscencia
o reconocimiento, incluso como suceso continuo.
La
modalidad platónica de la historia es de continuidad, de reconocimiento y
conocimiento, sin embargo, el sentido
histórico de la genealogía se constituye por ser paródico y destructor de
la realidad, disociativo y destructor de la identidad, sacrificial y destructor
de la verdad o lo que conocemos como verdad.
Lo que bien podría adherirse al Durcharbeitung
freudiano del: recordar, repetir, reelaborar, principalmente en este
último, de reelaborar.
En
esta Carta52 Freud habla de una suerte de percepción, de la que yo quisiera
aclarar que no es la que entienden los psicólogos, sino de una percepción que
se trata más bien a una afinidad al estatuto de huella, de una impronta, que se
superpone a la anterior incluso inhibiéndola (o reprimiéndola, era la idea
freudiana). O dicho sea de paso, un
significante que permite la relación con otro significante. Así pasa con el superyó lacaniano, donde
encuentro esta idea de impronta cuando Lacan dice que el superyó se estampa, marca, sella en el sujeto para señalar su
relación con el significante. Lo interesante
dicho por Lacan en el 57’, es que por esto se trata de un superyó tiránico[2].
¿Qué
significa cuando Lacan dice en el seminario XX que el superyó es el imperativo
de goce que dice: ¡Goza!? Y que minutos antes había dicho que el goce es una
instancia negativa. Es fácil pasar las
páginas y no interrogar estas sutilezas cuando leemos a Lacan.
En
el artículo de Freud El yo y el Ello,
se dice que entre el idilio del yo y
el super-yo se sucede la angustia de
castración y la angustia ante la muerte; ese resto que bien podría entrar en el
orden de Goce, pensándolo en consonancia con Lacan como una instancia negativa,
incluso para hablarlo matemáticamente, derivando en un infinito o en una
paradoja. De manera más práctica Lacan lo
ejemplifica en El Seminario XVIII cuando
dice “Goza con la mujer que amas”, siendo el amar un obstáculo.[3]
Por
lo tanto el superyó es esa instancia, un significante, un tirano que dice ¡Goza!,
que empuja al sujeto a un lugar que implica angustia; y en sentido muy cierto
el goce es la castración como dice el mismo Lacan en El Seminario XXIV. El
superyó, ¿Un significante que castra, o al menos que amenaza con la castración,
y que implica un imperativo de goce? de un goce con las características que
hemos revisado.
Podría
pensarse en el estudio del superyó a través de la historia o a lo largo de los
tiempos. Lo cierto es que ha estado
siempre ahí presente revestido de varias formas, en la medida que ha existido
padre.
Los
problemas que encuentro son en primer lugar, el estudio de la historia según
una metodología revisionista y apurada, y por otro lado si se quiere pensar en
singular, la historia del hablanteser, que no responde a una cronología
colectivizable, sumado al entendimiento del superyó como un significante que
invita a gozar, entendido este gozar como una forma de disfrute que causa
culpa.
(Surgido a partir del
Seminario Super-yo e Historia de Antonio Aguirre 2015)
Carlos Silva Koppel
Bibliografía.
-
Freud, S.,
(1896), Obras Completas. Los orígenes del
psicoanálisis. Carta 52 a Fliess, Madrid: Biblioteca Nueva, segunda
edición.
-
Freud, S.,
(1923), Obras Completas. El yo y el Ello.
Madrid: Biblioteca Nueva, segunda edición.
-
Foucault, M
(1971). Nietszche, la genealogía, la historia: http://www.pensament.com/filoxarxa/filoxarxa/pdf/Michel%20Foucault%20-%20Nietzschegenealogiahistoria.pdf
-
Lacan, J.,
(1957), El Seminario IV. La relación con
el Objeto.
-
Lacan, J.,
(1971), El Seminario XVIII. De un
discurso que no sería (del) semblante.
Lacan, J., (1972), El Seminario XX. Aún. Lacan, J., (1977), El Seminario XXIV. El fracaso de l
'Unbewusste
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