
Las redes
sociales se torcieron en estos últimos días al modo de ataque, asumiendo la
moda y espíritu de cuerpo, a partir de lo que dijo una joven venezolana en
pleno día de trabajo cuando le preguntaron “¿Qué le parecían los ecuatorianos?”
ella responde “feos”, “¿Por qué feos?”, seguía la pregunta y en su nueva
respuesta ella dice en tono inseguro “porque parecen indios”, riéndose después
por lo que había dicho. Este evento ha
desatado mensajes de xenofobia y rechazo a absolutamente toda la comunidad
venezolana y además cubana, arremetiendo con insultos y mensajes de odio. Ridículamente estas palabras fueron tomadas
como el peor atentado que pudimos sufrir, liberando lo más bajo de nuestros
argumentos y chistes racistas utilizando incluso imágenes de nuestros indígenas
que a lo mejor, ni están enterados de que una tontería se volvió todo un
movimiento anti-venezolano. Mientras en
otros lados se sufren crímenes terroristas, el racismo y xenofobia se encuentran
moderados y supongamos que esto ocurre porque sucede en países del primer
mundo.
No, los
ecuatorianos no somos feos, pero si nos preguntan alguna característica de ser
ecuatoriano es probable que no sepamos qué responder o hablemos de algún
atributo del país, que obviamente no corresponde en lo mínimo a lo que
somos. No somos feos, pero hacemos doble
fila para girar con el auto o cuando lo chocamos y tenemos la culpa, decimos
que no lo hicimos o nos damos a la fuga.
No somos feos, pero usamos el transporte urbano como nos da la gana, no
respetamos los asientos preferenciales, obstruimos las salidas, no pedimos
permiso, hombres irrespetan a las mujeres.
No somos feos pero nos colamos en la fila de pago en los supermercados o
guardamos puesto hasta que venga el carrito lleno. No somos feos, pero cuando
vamos a los patios de comidas o restaurantes, tratamos mal a los meseros o
dejamos todo un chiquero al irnos. No
somos feos, pero utilizamos el claxon del vehículo indiscriminadamente o al
pasar una ambulancia de emergencia aprovechamos y la seguimos detrás.
No somos
feos, pero sí somos regionalistas, nos miramos mal y nos cerramos las puertas
entre serranos y costeños; también excluimos al cholo, indio, montuvio, afro y
adoramos lo foráneo. No somos feos, pero
levantamos muros y nos vamos a vivir lejos “para que no nos roben”. No somos feos, pero sí somos etnocentristas,
eso quiere decir, que vemos todo con el lente de nuestro pequeño y céntrico
mundo, más si se nos ha dicho que somos la mitad de éste. No somos feos, pero somos capaces de
promover xenofobia por lo dicho por una sola persona, con la justificación de “hermandad
y patriotismo”.
Venezolanos
están hoy trabajando en nuestras localidades, en calidad de servidores y se
nota la diferencia de atención; promueven la competencia laboral y nos enseñan
obligadamente a ser mejores. Nosotros no
somos feos, pero amables tampoco.
Es hora de
pensar que lo feo o bonito no se trata del aspecto físico o lo que provee la
naturaleza para nosotros sin costo, que es de lo que nos jactamos. Sino de lo que hacemos para ser y vivir en
sociedad, que aún está muy lejos de ser una inteligente. ¿De dónde nos surge tanto resentimiento y
aires de superioridad?
Carlos Silva Koppel
@Filosofocar
**Publicado en la sección de cartas al director en diario El Universo el martes 19 de septiembre de 2017 http://www.eluniverso.com/opinion/2017/09/19/nota/6389059/redes