Nada
está seguro, ni controlado. ESO estaría
ubicado del lado de la esperanza o de la ilusión. Se traza un camino, las conocidas “metas de
vida”, se lleva una carrera que se pretende terminar, se edifican proyectos, se establecen competencias sucias y enemistades, el
ciclo vital… la tontería, pero cada cierto tiempo lo inesperado aparece a
rasgar los sueños, o la tierra, y recordarnos para qué estamos acá.
Como
aquél payaso del globo rojo que se presenta como una ilusión pronta a
realizarse, así “como todo en la vida", pero que esconde detrás una verdad
cargada de horror: viene a comernos. Lo
máximo que se puede alcanzar a descubrir es ESO (IT), que existe la posibilidad
que consideramos remota que se mueva y abra la tierra, para llevarse a unos
cuantos y a otros dejarlos en terror. Se
le llama ESO a lo inesperado, a la incapacidad de conocer, predecir, controlar huracanes
o terremotos. Se le llama ESO al horror,
al dolor de la pérdida. También se le
llama así, de la misma manera, a esa unión en masa antinatural de los humanos
para ayudarse entre sí, que solo ocurre ante ESO circunstancias, porque
moviliza, porque quizá es la única forma de superar ESO para sí mismo, de expiarse y zafarse ESO, para
luego adaptarse, ajustarse y continuar con los mismos ciclos, con las mismas tonterías.
Carlos
Silva Koppel
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