(spoiler)
Todos conocemos la historia
del llamado Caballero Oscuro: aquel niño millonario que perdió a sus padres a
causa de un asesinato. Luego criado por
Alfred Pennyworth, que figuraba generalmente como mayordomo, pero siempre fue
mentor, consejero… padre.
The Batman,
lóbrega, siniestra, oscura… nos trae al héroe que conocíamos de otra manera. La estética es la de Dick Tracy, detectivesco, violento y caótico. Es realista, tanto que nos acerca a lo que sí
es posible: políticos corruptos, delincuencia organizada, un héroe humano que, mediante
su melancolía, se enlaza con los espectadores por la verosimilitud de la posibilidad
compartida de la tristeza.
Por su parte, será la primera vez que vemos no solo a
Bruce Wayne destruido, sino sublimando el quebranto con la máscara de la “venganza”,
como para decir que de lo roto surge la fuerza necesaria para hacer justicia
sin ley, pero a través de la figura de “toda causa tiene su consecuencia”: The Batman se encarga de que la
consecuencia llegue.
La diferencia con otros héroes como The Punisher, Frank Castle, es quizá que
Frank no se formó mediante el dolor del trauma, él es trauma: irrumpe e
interrumpe. Bruce Wayne es dolor y The
Batman, la metaforización de este dolor en venganza con cautela desde la
tiniebla.
El trauma de la pérdida abrupta de los padres lo
invade, lo deja absorbido fuera del conjunto donde estamos todos los seres
comunes y corrientes. Él es solo y a su ley.
En The Batman lo podemos ver como nunca
antes. Bruce Wayne sufre, está aislado. No es la figura pública exitosa, filántropa o generosa. Es reflexivo, insomne, meditabundo… un humano
que con el traje alcanza alguna voluntad.
Aun así, no exento de adolecer.
El crimen, los malos y después los artilugios con
violencia de The Riddler, son
significantes que suman al trauma primordial del héroe, afincando su motivación
de venganza.
Será una fórmula sencilla: el trauma aliena a Bruce
dejándolo a su suerte y nada lo va a sacar de ahí. Recordemos que en el lenguaje coloquial,
regularizado por la RAE, la definición de alienado es: el condicionamiento de la
personalidad de un individuo por factores externos; trastorno intelectual
temporal o permanente; estado mental caracterizado por un sentimiento de pérdida de la
propia identidad. Para el psicoanálisis,
en cambio, es el sujeto a la deriva de la arbitrariedad del significante. Para
que se pueda comprender fácilmente diré: al capricho del trauma. Entonces, en Bruce Wayne se cumpliría una
circularidad, un bucle entre el trauma y la venganza.
No obstante, habrá un corte en aquél bucle al asomo
de una tentativa amorosa con Seline, Catwoman.
El encuentro con el amor, fugaz pero suficiente, bastará para que Bruce
se posicione de otra manera como sujeto.
Se disgrega el bucle trauma-venganza con el objeto
amor… se interrumpe. El primer momento de
Bruce, The Batman: “soy venganza”,
que es el aislamiento del sujeto, se ve tachado por el soslayo del amor. Su posición cambia bajo la mirada del Otro,
para que luego sea la falta: la falta amorosa y que preferible es la ilusión de
tener el amor, a la ausencia de este. Lo
hemos visto en incontables contextos, la ausencia de amor es oscuridad.
Además ya sabemos
de antemano que el amor entre Batman y Catwoman nunca se concreta. Sin embargo, Seline da pruebas de amor suficientes
respondiendo a la pregunta “¿para qué te quiero?”, lo quiere para no dejarlo
morir.
¿Que el amor salva del trauma? Posiblemente. ¿De la
melancolía y la tristeza profunda? También sería posible. ¿El amor alivia la
sed de venganza? Definitivamente. Tras el encuentro con Seline, Bruce tiene
otro semblante.
Al final, luego de la mayor prueba de amor, el denominado
fenómeno enmascarado y vigilante autoproclamado, toma una postura distinta de
lo que él era “un deseo sin Otro”, a plantearse lo que esperan los otros de él
desde el agujero que deja la ilusión de amor.
Lo humano asoma; The Batman,
cambia “venganza” por ayuda, solidaridad, entonces desde el amor en falta.
Montado en su moto, gira hacia ese camino.
El bucle queda trauma-humanismo/amor-en-falta/solidaridad,
pasando de vengador... a héroe.
Carlos Silva Koppel
Psicoanalista
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