Recuerden que no podemos explicar ningún
fenómeno social o psicológico sin comprender época, contexto, aspectos etarios
o de género. Ahora lo ocurrido en Salinas u otras partes del Ecuador, no deja
de ser –como se ha visto en varias ocasiones similares– un chivo expiatorio
para sacar la moralina que llevamos dentro y hacernos creer a la otra parte de la
masa (la que no participó, la masa que critica en redes sociales) mejores que
los otros, por encima que ellos, agentes de las buenas costumbres, “policías de
lo correcto”. Me planteo las preguntas ¿Hay diferencias entre los excesos en
las fiestas españolas de “La Tomatina” y el “San Fermín” con el carnavalazo en
Salinas? o ¿Las fiestas setenteras del Woodstock? Quizá lo que faltó fue Rock n
Roll y otras cosas más ¿Qué es lo que estamos juzgando? ¿Color de la piel,
estrato social? Por otro lado, veamos algunos aspectos que pueden haber
desencadenado excesos que irrumpían los derechos de los otros:
· Vivimos en una época bastante
sexualizada, mediáticamente hablando. El momento se dio para poner en práctica
todo lo que hemos consumido audiovisualmente por un buen tiempo.
· En Ecuador nos encontramos en una
fuerte crisis política y social, en cuanto a precariedad en seguridad, por
ejemplo. Las bufonadas y otros excesos, fácilmente
son hacerle mofa a la autoridad, lo vimos en uno de los vídeos cuando bañaban a
un agente de tránsito. Quiero decir que
podemos considerar los actos llevados a cabo en Carnaval, como una
manifestación política, que se ve en: el uso desmedido del espacio público, la
confirmación de la ausencia de autoridad o la precariedad de las leyes, para
que nos ordene. No es la educación la que ordena la polis, sino la ley.
· Concluyo que si consideramos lo
sucedido como una debacle social, es nada más un síntoma sociopolítico en la
medida que, lo psicológico es condicionado por la situación de inestabilidad política
en la que vive.
· El exceso dionisiaco lo puedo
proponer como una contestación al exceso de violencias y muertes que vivimos
todos los días, para lo cual necesitamos ser igual de incisivos como lo hemos
sido con estos actos inmorales. Los actos públicos que rondan lo sexual, son inversamente proporcionales a la muertes que se dan a la luz del día, día a día.
· Quienes entran en aquella masa
desmedida, aceptan las reglas del juego. Sin embargo, estas van cambiando a
medida que los humos se van subiendo, para lo que luego sería tarde retractarse.
· Los actos individuales se esconden
en la masa, así que se dan rienda suelta a comportamientos que
cotidianamente no pueden ser aceptados.
· Es el efecto de “hinchada” de la que parte nuestra sociedad. No podemos desmarcarnos de esa matriz ideológica futbolera que nos arrastra a hacer o defender cosas sin pizca de discernimiento.
¿La presencia policial hubiera servido para detener los desmanes?
La policía ha servido bastante bien para
reprimir a civiles indefensos, mas no para combatir eficazmente el hampa que
nos acecha diariamente. No es la presencia de “más policías”, es la acción estratégica,
sin violencia o represión brutal, la que puede sostener un orden. Sin embargo, como he dicho, lo sucedido en
días recientes es precisamente eso: estamos sin autoridad.
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