jueves, 23 de diciembre de 2010

Psicología, Poder y Política

Hay algo que la Psicología de corte científica intenta enseñarnos desde muy temprano y esto es que: al manipular algunas variables del “mundo externo”, la conducta del individuo puede ser modificada. Así, se podría organizar mejor a los sujetos y a la comunidad que les circunda. Sin embargo, el trasfondo del asunto es la manipulación, el manoseo, no de lo inanimado, sino del sujeto, junto a la intencionalidad que hay de por medio, que se ve justificada con el romanticismo de la salubridad mental y el bien común; es un asunto al que se le debe prestar especial atención. Empezando por esta dirección, decimos entonces que el sujeto es manipulado con intenciones que no conocemos.

Estar en la potestad de manipular, lleva una cuota de poder. La justificación de pensar en el bien de un colectivo, da una carga de política: conocido así popularmente. De aquí que surge un maridaje infernal, al que llamaremos el de “Las tres P”: Psicología, Poder y Política. Infernal porque ya suficiente se tiene con cada una de estas figuras por separado. Se entendería que estando juntas, es la captación de todos los espacios en los que el sujeto había deambulado de una forma u otra, sin quedar siquiera un cabo suelto.

Como cualquier otra profesión, la Psicología, y podríamos tenerlo en cuenta de esta manera, tiene cosas que hacer o limitadamente quiere intentar hacerlas. Pero su labor es frágil, inclusive empezar a montar una idea sobre ¿De qué se trata la psicología como profesión?, tiene una suerte de inconsistencia y más aún si pensamos en su finalidad. Ahora bien, si de esto consiste más o menos andar dentro de la Psicología, ¿qué pasaría si ésta se dedicara a la actividad política? Y en lo que debemos ocuparnos en entender como actividad política, es en la lucha cabal e imponente de un color inmortal, para llegar a una posición de poder y ejercerlo sobre un grupo determinado.

La política no implica el ejercicio del poder, sino una acción, que para Jacques Rancière parte desde una racionalidad específica a la que podemos llamar ideología. Sin embargo, desde una posición de poder (con o sin minúsculas), cualquier práctica está relacionada con el ejercicio del éste. Para Foucault el poder existe solamente cuando es puesto en acción; una acción sobre otra acción, sin consentimiento natural o manifestación de un consenso[1].

Por sí misma la psicología es informe, sin forma. Peor si, quien se diga adepto a ella tiene intenciones de estar dentro de la política. No se debe descartar que su intencionalidad se trate de estar en el poder y recibir la calidez que este le pueda brindar. Por lo tanto esta llamada ciencia sería precaria por los siguientes aspectos: inicialmente con su contrariedad epistémica, luego por el olvido de ésta para hacer política o por el ejercicio de ella por medio de una dictadura ideológica. Tornándose cómico y escabroso, dedicarse a la política para ejercer la psicología. Pareciendo una verdad de Perogrullo, puede preguntarse ¿Qué de Psicología se puede saber, si se dedica a la política, como una lucha de clase por el poder? Probablemente la respuesta sea: mucho, porque la psicología es el ejercicio de poder.

George Orwell en “1984”, dice que: “el poder es el valor absoluto y único; para conquistarlo no hay nada en el mundo que no deba ser sacrificado y, una vez alcanzado, nada queda de importante en la vida a no ser la voluntad de conservarlo a cualquier precio[2]. Bien intencionados entonces quienes se dediquen a duras penas estudiar la Psicología, para que con su corto precio de cabezas piensen que algo harán con ella, porque esto es menos terrorífico que lo anterior. Aquí no hay lucha por una posición de poder, se está conforme con la que ya se tiene o se va a obtener.

Siendo ya psicólogo, se asume una posición de poder, avalada con la certificación universitaria; que juega al observador, al vigilante de lo patológico, al normalizador, al soplón, al infiltrado; que se sirve del interrogatorio y de la confesión, de esta última no para dar el perdón, sino para encontrar un síntoma: diferenciarlo, fragmentarlo, tacharlo, para burocratizarlo. Ya sabíamos que la Psicología está al servicio del poder, pero ¿si fuera parte del poder absoluto?

Es lo que intenta la llamada Psicología científica: abarcar todos los poderes. Cree en una forma científica de gobernar, para lo que acertadamente Mijail Bakunin menciona: “Un cuerpo de científicos en el gobierno se olvidaría de la ciencia y se dedicaría a perpetuar su poder idiotizando a las masas para dominarlas más fácilmente. No es posible un gobierno de la ciencia[3]. Y establece tres imposibilidades de gobernar a partir de la ciencia:

1- La ciencia es imperfecta e inacabada y está siempre en evolución.
2- Una sociedad que se sometiera a una legislación científica no porque la considere razonable, sino por el peso de la ciencia de la cual emana. Se convertiría pronto en una sociedad de bestias.
3- Peligro de corrupción absoluta de sus miembros dirigentes.

Podemos llamar de escandaloso al hecho de que la psicología esté ubicada en una posición de poder, para ser primero político y luego psicólogo. Se exacerbarán todos los mecanismos de control, que como dice Bakunin, investidos de poder se convierten en opresores y explotadores de la sociedad. La burocracia aumentaría, la discriminación, el castigo, la censura, el chantaje, etc.

¿Qué potestad tiene la Psicología sobre el sujeto, en términos de soberanía y acciones sobre éste? Se está constantemente tentando a pensar en ¿cómo el sujeto podría librarse de esto, si todos los espacios se encuentran amenazados de censura? Por último, pensar en las intenciones de la psicología y su relación con el ejercicio de la política y el poder.
Carlos Silva.


[1] Foucault, Michel. “Sujeto y Poder”.
[2] Orwell, George. “1984”. España, Mestas Ediciones, 2008.
[3] Bakunin, Mijail. “Escritos de Filosofía Política”.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Trastorno psic-o-nline

Pareciera reciente, pero ya es una práctica que tiene algunos años llevándose a cabo; podría decirse que la Psicología ya se encontraba enferma a causa del mercado y ahora su vida entra en agonía con la llegada del mundo online. Puede ser hasta beneficioso que algunos llamados psicólogos hagan su bloggsito, pero diagnosticar y atender vía online, ya es otra cosa. Se piensa que al ver cosas como ésas, podríamos estar creyendo que se atenta contra la ética.

Difícil es entender esto de la ética dentro de la Psicología, inclusive se consideraría como precaria por su sostén epistemológico. Igualmente es harto complejo hallarla, pero definitivamente no hay que pensar que se la va encontrar en el manualito de la escuela bajo la forma de estatutos y reglas. Aunque estuvieran bien articuladas (cosa que no sucedería, por los fines que persigue un manual de estatutos), aún así fuera incumplido o malentendido. Es que la ética es una cuestión que netamente tiene que ver con la parte subjetiva de este ser llamado psicólogo.

Buscando blogs sobre el tema mencionado, se puede encontrar la gracia de la atención online, que verdaderamente no fue meritorio a sorpresa. Y ¿qué puede esperar uno cuando de psicólogos y supervivencia se trata?. Pero es esta idea de tratar de venderse desesperadamente e insistir de sostener su rol, profesión, oficio, de alguna manera. Una especie de avidez de sentirse útil y también de poner a prueba la utilidad de lo que supuestamente sabe; lo que delimita con la angustia de pensar, en que no fue un desperdicio pasar por la universidad 5 años para estudiar Psicología, que para mala suerte de este sujeto, así es. Cosa que también se trata de tranquilizar con un posgrado, sin embargo, es la misma situación.

Entre muchos blogs, en uno de Guayaquil por ejemplo, se dictan los síntomas de algunas patologías, hasta de manera sugestiva sin referencia alguna (sin que esto lo justificase); también se dan tips de cómo realizar una labor psicológica de manera hegemónica sin tener consideraciones abiertas a otros paradigmas, tal como saber de experto. Quien entrare a aquél blog, se convertiría de alguien que demande, a un potencial cliente. Leer eso da muestra por dónde anda la cuestión psicológica local: buscar clientes sin importar su precio.

Es que tiene que ser una algarabía suponer que se sabe algo que los demás no saben. Una suerte de pastor de iglesia, acarreando ovejas a partir de sus propios cerdos. Este parque de diversiones de síntomas, certificados por los payasos dueños de circos ¿podría dar derecho de hablar de síntomas y trastornos, y encima brindar atención online? Pensando en el origen de estas dos descripciones: el diagnóstico y la atención psicológica, ahora peor por esta vía; soportados por la oferta y la demanda del mercado psicológico. “Dime qué ofreces y te diré de qué careces”, bien encaja cuando de psicología se habla. Dirán algunos: “pero hay que comer”.

Una suerte de inocencia de adolescente, y ¿quién está privado de aquél derecho? La respuesta es que (…) nadie. No se le puede decir a nadie que no cometa salvajadas, sin embargo, se puede inducir a someter a crítica tales publicaciones, como todo, inclusive esto.

lunes, 29 de marzo de 2010

Oposición y Rendición de cuentas

Es interesante observar cómo una oposición puede derrumbarse frente a un régimen de Poder. Llegar al fondo del pantano para lanzar sus más espesos lodos, sus pocos argumentos. Una oposición vacía, cansada, fastidiada y desesperada. Frente a una institución que se apropia y legitima velozmente de todos los poderes. Sin embargo, esta oposición por más vulgar y débil que sea, es, ok… bueno: una oposición. Es la que por sus desaciertos, obliga al régimen a aclarar, a desmentir y a rendir cuentas.

Error inmenso es pensar que la lucha es en las calles y aun ideando revoluciones, peor violentas. Eso no será ni más ni menos que un pequeño berrinche, de niños de escuela; de universitarios. No se necesitan tantos berrinches de lado de la oposición, ya hay suficientes. La oposición procurará ser más profunda, mejor elaborada. Podría hasta ser poética, paciente o filosófica; a la altura. Considerando que en aquéllos rascacielos, el Poder no sepa de qué se le esté hablando, evocando al principio de Dilbert. Probablemente así el Poder como tal, pueda sentirse incómodo o herido por no entender. La oposición puede ser escrita.

Se escribe no para un partido, sino para los públicos, parafraseando a Juan Montalvo, verdadero rey del insulto, quien incita a la gente a no dejar de escribir, no dejar de hablar, mientras se pueda. Pobre de don Gabriel García, como él le llamaba. Se las vio negras hasta la noche de la tormenta. Ya oposiciones así no encontramos estos días. ¿Qué nos ha pasado?

Gracias a la oposición inestable que existe, la necesidad de aclarar, desmentir y ser eficaces no es menester. Una vehemencia por rendir cuentas, decir lo que se hace, lo que no se hace, lo que se hará, es de prioridad para el régimen. Pues aquí el control en todos los resquicios no puede claudicar: las formas, las listas, los informes, etc. Que muestren eficacia y eficiencia de todos quienes trabajan. Sin embargo, no se puede ser tan ingenuo.

Los sistemas de control no pueden estar al tanto de todo. No se puede pensar en que todo va bien, a la perfección: por esta calle pasa la patrulla, a la vuelta roban; aquí todo es legal, más allá pasan coimas; sigan ustedes. El abuso de rendición de cuentas, para justificar una posición, para demostrar que se trabaja y el control de los distintos espacios, es en vano, si es que no se sienten los cambios, si es que no sentimos los cambios. De lo que se dice que se hace, a lo que se vive, hay un río más grande que el Amazonas. Entonces tocará aprender a pensar, si no, a nadar.

domingo, 24 de enero de 2010

¿A mí me está pasando esto?

Caminando por algunos lugares de nuestra urbe, Guayaquil, se encuentran muchas situaciones que limitan con lo risible, y no necesariamente nos referimos a la política, sino más bien a cuestiones similares a la de disfrazarse de Ronald McDonald para el lanzamiento de una nueva hamburguesa, y que sí, podría ser bien una cuestión política.

En todo caso, caminando y caminando, no muy lejos de alguna parte, nos tropezamos con un consultorio psicológico, en cuyo lobby se encuentra pegado en una cartelera de corcho, un epigrama que se titulaba de la siguiente manera: “Algunas causas para que usted decida asistir a terapia psicológica”, seguido de, “¿A mí me está pasando esto?”.

Entre las más destacadas causas señalaremos las siguientes: Mi hijo es un adulto y todavía tengo que mantenerlo; Soy un vago; Creo que no es mi hijo; Niño se masturba; Su padre nos abandonó cuando era muy niña; Cuando era pequeña mi primo nos manoseaba; Vida monótona: he perdido las ganas de vivir ¿Qué hago?; Golpeo a su esposa; Estoy confundida; Ni dejarlo, ni vivir con el…, etc. Se subraya que se las ha escrito idénticamente, si hubiere faltas de ortografía, anfibologías u otros errores, lindamos la responsabilidad a la referencia de origen.


Es natural que en esos momentos nazca una vergüenza ajena, seguida de una especie de desprecio, pasando por expresiones de la cara como luces de semáforo, concluyendo posiblemente con algún escrito, preguntándose si esta falta nace de la psicología, de los psicólogos o instigada por el mercado. Los errores de ortografía, la desidia al escribir, el señalar los males que una persona padece, no son solamente una forma de subestimar a quien lee o una manifestación de ignorancia de quien escribe, sino una abyección por lo que esto podría producir, es más, el hecho de inducir a ir al psicólogo es ya un aspecto lleno de sordidez, lleno de artería psicológica.

Ciertamente, podría ser una forma de llenar los consultorios, sin embargo, vemos que la psicología y sus psicólogos siguen normando, nombrando al sujeto o en su detrimento, intentan darle nombres. Cuando a lo que al sujeto respecta, a lo que le concierne en su particularidad, está en contraposición de cualquier norma. Aquí, en defensa de la psicología, podríamos decir que piensa, pero piensa en reducir la singularidad del sujeto, con sus ideales y a beneficio propio.

El trabajo que nos convoca, invita también a preguntar el ¿por qué? de esta intención, ¿será de desesperanza, por ingenuidad o ignorancia? A lo que nos sugiere responder que es un poco de las tres, sin dejar de lado al discurso del mercado, de la oferta y la demanda. Pues bien, podría tratarse de una nueva profesión llamada: Ingeniería en Marketing y del Comportamiento, un dos en uno muy importante. Se crea la demanda al cliente, se le da a duras penas lo que quiere. Entre esas ofertas tenemos distintas técnicas que acabarán con los comportamientos que el psicólogo cree no deseados, como los que usted vio ahí e identificándose y luego se lo vendemos. Es una empresa completa, es de la vida real y, ¡puede usted llamar ya!

La responsabilidad del psicólogo no reposa solamente en la adquisición de técnicas para resolver problemas, ni mucho menos se aloja en el campo de la clínica sujeto a una demanda de mercado y de la salubridad mental, sino en algo mucho más estructurado y complejo: la ética. Aquella que no encontramos en un manual de estatuto organizacional y jurídico, sino la que nos provee la teoría, la que pasa desapercibida por la preocupación de resolver problemas y aprender nuevas técnicas.

Esta disimetría que se avizora en este tipo de anuncios, bien camuflada, denota nada más que un efecto de individuos creyéndose por encima de los demás, que pueden hablar de problemas, de enfermedades y se ofrecen a resolverlas. Parece ser una mirada de sabio, objetiva por supuesto, que consta como paradigma primordial en la ahora llamada “Ciencia Psicológica”, empero se trata de una estrategia de ejercicio de poder, al servicio del mercado y el nuevo orden de las disposiciones salubres.

Michel Foucault consideraría en este contexto, que si se llegase a esta posición estratégica del poder, sería sin duda que el problema antes de ser, o más bien, para poder ser problema del conocimiento, de la verdad de la enfermedad o de su curación, debe ser un problema de victoria. En otras palabras, demostrar quién manda aquí. Y en este compromiso, es inaceptable defraudar a la demanda, surgida del mismo paciente, del gran organismo de la salubridad mental, o del campo nada más médico. Los espacios deben ser ganados, las batallas deben ser ganadas y para que haya batallas, hay que declarar guerras. Así que si usted tiene algunos de esos conflictos, puede asistir a su psicólogo de turno.

martes, 12 de enero de 2010

Un "Avatar" para la Revolución Ciudadana


Al parecer lo más importante de la película de James Cameron, Avatar, no es el final feliz, sino la apología íntima al socialismo y éste sin despegarse de la naturaleza. En aquellas escenas en que los Na’Vi se encuentran entrelazados mutuamente, se vislumbra una armonía entre su comunidad y la “madre naturaleza”, en una especie de simbiosis, donde madre e hijos se cuidan mutuamente; sin el uno, no puede vivir el otro. ¿Qué importa aquí el Capital?

Na’Vi, nombre que sin muchos análisis alude a la palabra inglesa native, que en español significa nativo, aborigen, indígena, autóctono de un lugar, a quienes cabe preguntar: ¿Cuándo es que a ellos les ha importado el capital, el dinero, la “Empresa” o el comercio? Todo resurge de la madre tierra. La idea del ahorro, de acumular, permuta en su idiosincrasia a cambio de un sabio manejo de los recursos naturales en armonía con el medio ambiente. El ahorro como ya sabrán, es infundado por el sistema capital.

Elías Capriles, filósofo venezolano, propone el “Ecocomunismo”, corriente que inicia criticando ferozmente al socialismo, considerándolo como una postura imposible de mantener y como deficiente económicamente frente al capitalismo. Es decir, no hay socialismo que produzca más que los niveles capitalistas. Reconoce que el verdadero socialismo se da en conjunto con la naturaleza, como vivían nuestros indígenas.

En su detrimento, el actual socialismo, vehemente, adquiere comportamientos capitalistas, de destrucción, de conquista y de explotación. El Parque Nacional Yasuní, pulmón de Latinoamérica y patrimonio ecológico mundial, probablemente será explotado para sustraer el petróleo, aun habiendo anunciado que “el petróleo se queda abajo”. Como vorágine, esta economía socialista, toma conductas capitalistas. Y ya sabemos que el capitalismo es la base de la pobreza y el socialismo de mantenerla, sin embargo, de qué clase revolución social se habla. Esta empresa de la explotación, de la absorción de todo tipo de recursos, de los socialismos de “pon el hombro” a bajos costos, no solamente acabará con la “madre naturaleza”, sino que acabará por desembocar en una crisis social más grave de las que se viven a diario. Los Na’ Vi, mil veces más astutos, expulsaron a sus invasores, a diferencia del pensamiento “acholado” del nativo ecuatoriano (todos nosotros), aceptamos lo que se venga.


Capriles, que visitó el país el año pasado, no de manera profética como aclaró, mencionó que pronto el mundo va a acabarse, por esta corriente de imperio que se crece en todos los rincones del planeta. De acabar con todo lo verde de los arboles, para convertirlo en buenos verdes de billetes. El fin del mundo, no es como en 2012, o como en El día después de mañana, es un proceso paulatino que toma algunos años y que ya se está viviendo.

¿Cómo solventar la economía del país entonces? Lo sabrán los expertos, aquí lo único que se dice es que, con lo correspondiente al Yasuní, no hay nada de socialismo del siglo XXI. Más valen los 920 millones de billetes bien verdes, que la vida; recordando que humano y naturaleza son uno. Es mejor que aprendamos de los Na´Vi, o a nuestros nativos del Yasuní.