El ser humano es
un sistema complejo; un mecanismo inalcanzable para ser comprendido desde las
ciencias. Más que carne es un cuerpo, es
decir un sujeto, porque solo psicológicamente hablando se lo puede concebir
como un cuerpo. Si no hay mente, no
puede haber entonces lo que llamamos cuerpo.
Es
desde la negación de esta fórmula que lo que se conoce como “enfermedad”, no es
aprehensible en su totalidad y lo que se denomina “salud”, es precario,
inestable y momentáneo. ¿A qué dinámicas
responden los actos de las personas, cuando sabemos que la mayoría de estas
acciones van del lado de la muerte, la violencia, la agresión, la
autodestrucción y agresividad? ¿Por qué si en teoría se sabe que no se debe
fumar, consumir alcohol, mucho menos drogas, se lucha por adquirirlas y
consumirlas? Y no se hable de lo relacionado a afectar a los otros, que
aparentemente está implicada una fuerza que empuja a dañar y herir de obra o
palabra. Solamente puede conocerse
aquello del ser humano desde la aceptación de la existencia de un inconsciente
existente en el aparato psíquico.
Eros
y Tanatos, pulsión de vida y de muerte respectivamente, que para Sigmund Freud
–inventor del psicoanálisis- son dos fuerzas que circulan en la psiquis humana,
y que sin embargo, no estarían en equilibrio. Vale decir que la pulsión de muerte
correspondería al inconsciente. Por ejemplo: cuando uno está muy “sano”,
buscaría enfermarse; cuando se está muy “enfermo”, busca curarse; somos más o
menos así. Sumándole a esto, no es hasta
el diagnóstico de cáncer que se deja de fumar, mientras tanto, las imágenes
mórbidas de las cajetillas resultan algo divertidas. ¿Lo han notado?
Se
conocen casos excepcionales de personas que logran cosas formidables teniendo
algún tipo de “discapacidad”, mientras que quienes estarían “sanos”/
“completos” se esfuerzan por tomar caminos que los matan de a poco. Como si el principio de vivir estuviera
apagado y solo se activara en los casos de pérdida o enfermedad, siendo estos
los que después llevan al sujeto a romper sus propios límites físicos y
mentales.
Víctor
Hugo Castro de 25 años, es coach de y practicante de Crossfit. Cuenta que él es una persona que no ve
limitaciones en sí y que las limitaciones en general son una cuestión de
actitud. Dice haber tenido muchos
altibajos, pero que a lo largo de su experiencia se ha dado cuenta que, todo
está en la mente.
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Víctor Hugo Castro en competición. |
El
Crossfit, que es una práctica deportiva relativamente nueva a nivel global y
con mucha acogida en Guayaquil, tiene como base teórica la exigencia corporal y
psicológica, que desubica el imaginario de confort de quien lo practique, y lo lleva
desarrollar habilidades físicas y mentales, que técnicamente mejorarían su día
a día. Es un conjunto de disciplinas
deportivas en una sola práctica, que bien podría funcionar como metáfora de la
vida cotidiana: hay obstáculos y se van venciendo. Pero también hay otros efectos.
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Castro compitiendo. |
En
la práctica del Crossfit, se consolidan grupos y comunidades, que funcionan
como apoyo a través de la identificación, que a la vez son reforzadores de la
personalidad del sujeto. Al final del
día, el Crossfit se vuelve muy agradable, divertido y adictivo.
¿Qué
más tiene de adictivo el Crossfit? Aún
practicando el Crossfit mesuradamente, tiene un nivel de exigencia alto, que
implica una sensación de malestar/bienestar: falta la respiración, los músculos
se fatigan momentáneamente, a veces se vomita; sin embargo, aquello por mórbido
que parezca, causa satisfacción y genera deseo vehemente de volver a
practicarlo. No hay duda que Eros y
Tanatos están ahí. En Crossfit, Tanatos
es engañado, porque los efectos de realizar este ejercicio prudentemente, son
de salud.
Por
la misma vía de satisfacción de la pulsión de muerte, se encuentra el consumo
de drogas. El consumo de sustancias
psicoactivas es un problema porque atenta contra la integridad del individuo,
la familia y la sociedad en general. Y su
consumo está fuera de control a todo nivel, porque no existe una respuesta
valiente a la problemática. La sociedad
que consume hoy, es sin duda un efecto de la época y síntoma de la misma
cultura, ahí no hay mucha vuelta que dar.
Además que surge como un proceso social, esto quiere decir que no es al
azar, ni algo casual; es incluso un fenómeno evolutivo.
Los
efectos de las drogas en general son intensos mientras se consume y en la
abstinencia. Existe aquí también este
efecto de bienestar/malestar, pero quien consume estaría fuera del campo de la
palabra y fuera de relacionarse con el otro –sanamente-. La llegada al mundo de las drogas es
múltiple, desde un problema familiar, hasta amenazas por no consumir. Para salir de esta dinámica se necesita de
algo fuerte y del deseo de salir.
En
Crossfit se conocen muchas historias y testimonios de personas que han salido
de pandillas, alcohol y drogas. Además
que es un ambiente donde constantemente se observa a gente venciéndose a sí
misma, saltando sus propias “trabas mentales”, cada una con sus motivos
particulares. No se trata tanto de
superación personal, sino de otra forma de conocerse a sí mismo. El dueño y coach de “Crossfit Urdesa”, Raúl
Martillo, cree que el Crossfit bien podría ser una herramienta terapéutica
efectiva para salir del mundo de las drogas.
Menciona que conoce casos de personas que ha abandonado el alcohol y el
cigarrillo, gracias también a que en estos gimnasios la relación de grupo gira
en torno a la salud.
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Raúl Martillo, entrenador y dueño de Crossfit Urdesa, durante una clase. |
Hoy
en día, el Crossfit cuenta con un gran mercado en la ciudad de Guayaquil,
además con una cartera de clientes bastante buena. El principio básico del Crossfit es
ejercitarse con cualquier utensilio que se tenga a la mano y que sea de uso
cotidiano, con movimientos funcionales del cuerpo, es decir, movimientos que el
cuerpo está apto naturalmente para ejecutar (correr, saltar, cargar, empujar,
trepar), para mejorar su funcionamiento en la cotidianidad. Las mensualidades en los gimnasios de
Crossfit están alrededor de $50 hasta $100, precios bajos por la oferta, en
relación a otros países de la región, donde sobrepasan los $200 el mes. Pero lo que un gimnasio de Crossfit necesita
es muy básico.
Martillo
expresa que para llegar a los grupos vulnerables y de alto riesgo de consumo de
drogas, efectivamente se necesita del apoyo de las autoridades
pertinentes. Dice que los parques son
los sectores estratégicos donde pueden adecuarse áreas para que se pueda
practicar Crossfit, con estructuras muy básicas, de barras estáticas por
ejemplo.
En
el siglo XX en las épocas de guerra, en la antigua Unión Soviética, se optó por
poner sistemas de barras en los parques, para que los civiles estén fuertes y
atléticos, para el llamado a los campos de batalla, cosa que podía ocurrir en
cualquier momento. Desde entonces
comienza por practicarse una modalidad de entrenamiento llamado “Street
Workout” (entrenamiento callejero). Se
copió en otros países por los resultados y habilidades físicas que se
adquirían. Los parques con barras están
en Rusia, Medio Oriente, España, Argentina, Colombia y en barrios populares de
Estados Unidos. Este entrenamiento de calle
cumple una función social, se hacen grupos y tienen reglas. Se alejan radicalmente de las drogas y
pandillas. Su efecto social es
positivo. Además que la misma práctica
implica disciplina y cualquier claudicación, resta mucho de lo alcanzado en el
entrenamiento.
Tanto para
Martillo, como para Castro, por último, practicar Crossfit podría resultar efectivo
por sustituir una adicción mala, por una buena: una que produce salud, por otra
que mata. En tanto, sobre el tratamiento
del consumo de drogas, necesitamos sacudirnos.
Psic. Carlos Silva Koppel
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