domingo, 16 de noviembre de 2014

Crossfit: un antídoto al consumo de drogas

El ser humano es un sistema complejo; un mecanismo inalcanzable para ser comprendido desde las ciencias.  Más que carne es un cuerpo, es decir un sujeto, porque solo psicológicamente hablando se lo puede concebir como un cuerpo.  Si no hay mente, no puede haber entonces lo que llamamos cuerpo.

            Es desde la negación de esta fórmula que lo que se conoce como “enfermedad”, no es aprehensible en su totalidad y lo que se denomina “salud”, es precario, inestable y momentáneo.  ¿A qué dinámicas responden los actos de las personas, cuando sabemos que la mayoría de estas acciones van del lado de la muerte, la violencia, la agresión, la autodestrucción y agresividad? ¿Por qué si en teoría se sabe que no se debe fumar, consumir alcohol, mucho menos drogas, se lucha por adquirirlas y consumirlas? Y no se hable de lo relacionado a afectar a los otros, que aparentemente está implicada una fuerza que empuja a dañar y herir de obra o palabra.  Solamente puede conocerse aquello del ser humano desde la aceptación de la existencia de un inconsciente existente en el aparato psíquico.

            Eros y Tanatos, pulsión de vida y de muerte respectivamente, que para Sigmund Freud –inventor del psicoanálisis- son dos fuerzas que circulan en la psiquis humana, y que sin embargo, no estarían en equilibrio.  Vale decir que la pulsión de muerte correspondería al inconsciente. Por ejemplo: cuando uno está muy “sano”, buscaría enfermarse; cuando se está muy “enfermo”, busca curarse; somos más o menos así.  Sumándole a esto, no es hasta el diagnóstico de cáncer que se deja de fumar, mientras tanto, las imágenes mórbidas de las cajetillas resultan algo divertidas. ¿Lo han notado?

            Se conocen casos excepcionales de personas que logran cosas formidables teniendo algún tipo de “discapacidad”, mientras que quienes estarían “sanos”/ “completos” se esfuerzan por tomar caminos que los matan de a poco.  Como si el principio de vivir estuviera apagado y solo se activara en los casos de pérdida o enfermedad, siendo estos los que después llevan al sujeto a romper sus propios límites físicos y mentales.

            Víctor Hugo Castro de 25 años, es coach de y practicante de Crossfit.  Cuenta que él es una persona que no ve limitaciones en sí y que las limitaciones en general son una cuestión de actitud.  Dice haber tenido muchos altibajos, pero que a lo largo de su experiencia se ha dado cuenta que, todo está en la mente.
Víctor Hugo Castro en competición. 

            El Crossfit, que es una práctica deportiva relativamente nueva a nivel global y con mucha acogida en Guayaquil, tiene como base teórica la exigencia corporal y psicológica, que desubica el imaginario de confort de quien lo practique, y lo lleva desarrollar habilidades físicas y mentales, que técnicamente mejorarían su día a día.  Es un conjunto de disciplinas deportivas en una sola práctica, que bien podría funcionar como metáfora de la vida cotidiana: hay obstáculos y se van venciendo.  Pero también hay otros efectos.
Castro compitiendo.

            En la práctica del Crossfit, se consolidan grupos y comunidades, que funcionan como apoyo a través de la identificación, que a la vez son reforzadores de la personalidad del sujeto.  Al final del día, el Crossfit se vuelve muy agradable, divertido y adictivo.

            ¿Qué más tiene de adictivo el Crossfit?  Aún practicando el Crossfit mesuradamente, tiene un nivel de exigencia alto, que implica una sensación de malestar/bienestar: falta la respiración, los músculos se fatigan momentáneamente, a veces se vomita; sin embargo, aquello por mórbido que parezca, causa satisfacción y genera deseo vehemente de volver a practicarlo.  No hay duda que Eros y Tanatos están ahí.  En Crossfit, Tanatos es engañado, porque los efectos de realizar este ejercicio prudentemente, son de salud.

            Por la misma vía de satisfacción de la pulsión de muerte, se encuentra el consumo de drogas.  El consumo de sustancias psicoactivas es un problema porque atenta contra la integridad del individuo, la familia y la sociedad en general.  Y su consumo está fuera de control a todo nivel, porque no existe una respuesta valiente a la problemática.  La sociedad que consume hoy, es sin duda un efecto de la época y síntoma de la misma cultura, ahí no hay mucha vuelta que dar.  Además que surge como un proceso social, esto quiere decir que no es al azar, ni algo casual; es incluso un fenómeno evolutivo.

            Los efectos de las drogas en general son intensos mientras se consume y en la abstinencia.  Existe aquí también este efecto de bienestar/malestar, pero quien consume estaría fuera del campo de la palabra y fuera de relacionarse con el otro –sanamente-.  La llegada al mundo de las drogas es múltiple, desde un problema familiar, hasta amenazas por no consumir.  Para salir de esta dinámica se necesita de algo fuerte y del deseo de salir.

            En Crossfit se conocen muchas historias y testimonios de personas que han salido de pandillas, alcohol y drogas.  Además que es un ambiente donde constantemente se observa a gente venciéndose a sí misma, saltando sus propias “trabas mentales”, cada una con sus motivos particulares.  No se trata tanto de superación personal, sino de otra forma de conocerse a sí mismo.  El dueño y coach de “Crossfit Urdesa”, Raúl Martillo, cree que el Crossfit bien podría ser una herramienta terapéutica efectiva para salir del mundo de las drogas.  Menciona que conoce casos de personas que ha abandonado el alcohol y el cigarrillo, gracias también a que en estos gimnasios la relación de grupo gira en torno a la salud. 
Raúl Martillo, entrenador y dueño de Crossfit Urdesa, durante
una clase.

            Hoy en día, el Crossfit cuenta con un gran mercado en la ciudad de Guayaquil, además con una cartera de clientes bastante buena.  El principio básico del Crossfit es ejercitarse con cualquier utensilio que se tenga a la mano y que sea de uso cotidiano, con movimientos funcionales del cuerpo, es decir, movimientos que el cuerpo está apto naturalmente para ejecutar (correr, saltar, cargar, empujar, trepar), para mejorar su funcionamiento en la cotidianidad.  Las mensualidades en los gimnasios de Crossfit están alrededor de $50 hasta $100, precios bajos por la oferta, en relación a otros países de la región, donde sobrepasan los $200 el mes.  Pero lo que un gimnasio de Crossfit necesita es muy básico.

            Martillo expresa que para llegar a los grupos vulnerables y de alto riesgo de consumo de drogas, efectivamente se necesita del apoyo de las autoridades pertinentes.  Dice que los parques son los sectores estratégicos donde pueden adecuarse áreas para que se pueda practicar Crossfit, con estructuras muy básicas, de barras estáticas por ejemplo.

            En el siglo XX en las épocas de guerra, en la antigua Unión Soviética, se optó por poner sistemas de barras en los parques, para que los civiles estén fuertes y atléticos, para el llamado a los campos de batalla, cosa que podía ocurrir en cualquier momento.  Desde entonces comienza por practicarse una modalidad de entrenamiento llamado “Street Workout” (entrenamiento callejero).  Se copió en otros países por los resultados y habilidades físicas que se adquirían.  Los parques con barras están en Rusia, Medio Oriente, España, Argentina, Colombia y en barrios populares de Estados Unidos.  Este entrenamiento de calle cumple una función social, se hacen grupos y tienen reglas.  Se alejan radicalmente de las drogas y pandillas.  Su efecto social es positivo.  Además que la misma práctica implica disciplina y cualquier claudicación, resta mucho de lo alcanzado en el entrenamiento.

Tanto para Martillo, como para Castro, por último, practicar Crossfit podría resultar efectivo por sustituir una adicción mala, por una buena: una que produce salud, por otra que mata.  En tanto, sobre el tratamiento del consumo de drogas, necesitamos sacudirnos.




 Psic. Carlos Silva Koppel

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