Resulta
este comentario, desde la interrogante sobre el estudio del psicoanálisis y su
misma transmisión. De la que no es
posible a través del discurso universitario o en detrimento de ello, de su
enseñanza desde la palestra académica estudiando los textos, no como estudiosos
de biblias, sino esta vez como lo hacen los filósofos. En tanto que en el acaparamiento del saber que
respecta al psicoanálisis, suponen, que no habría algo que falte, que es un
discurso completo o al menos que debería serlo.
Les
funcionará más bien por algún tiempo, mientras las citas desde los estudios
genealógicos del dato no falten, pero otros psicoanalistas más alevosos sabrán
y tendrán en cuenta la existencia del objeto a, objeto a decir que enrumba la
práctica. Solamente el sustrato del
pasaje al acto psicoanalítico, les dará por consecuencia el reconocimiento de
lo penumbroso del uno por uno, incluido el analista desde su análisis.
Que el quehacer y formación del analista se resguarden
posiblemente en la comodidad del academicismo o en el deslizamiento de ser una mera
práctica psicológica, atienden a intereses para ganarse la papa, o de
ignorar/negar de qué va el psicoanálisis.
No es un acto de la consciencia, sino es el cuerpo que se resiste de
muchas maneras a realizar la división del sujeto; cuestión por la cual el
psicoanálisis se aleja de la filosofía.
Para
Lacan, el significante es la materia que se trasciende en lenguaje. Hay entonces los que se jactan de no haber
hecho su experiencia de análisis dando más valor al estudio académico de la
teoría, pero con la probabilidad de no haberse encontrando con la propia mierda
en su análisis o el escollo de un analizante en la práctica privada. Con esta pobreza de saber, el filósofo se
bate con la verdad.
Suficiente
con haber sido analizado o ser analista para saber esto.
Carlos
Silva Koppel