domingo, 12 de febrero de 2017

Apuntes sobre la experiencia psicoanalítica


Resulta este comentario, desde la interrogante sobre el estudio del psicoanálisis y su misma transmisión.  De la que no es posible a través del discurso universitario o en detrimento de ello, de su enseñanza desde la palestra académica estudiando los textos, no como estudiosos de biblias, sino esta vez como lo hacen los filósofos.  En tanto que en el acaparamiento del saber que respecta al psicoanálisis, suponen, que no habría algo que falte, que es un discurso completo o al menos que debería serlo.

Les funcionará más bien por algún tiempo, mientras las citas desde los estudios genealógicos del dato no falten, pero otros psicoanalistas más alevosos sabrán y tendrán en cuenta la existencia del objeto a, objeto a decir que enrumba la práctica.  Solamente el sustrato del pasaje al acto psicoanalítico, les dará por consecuencia el reconocimiento de lo penumbroso del uno por uno, incluido el analista desde su análisis.

 Que el quehacer y formación del analista se resguarden posiblemente en la comodidad del academicismo o en el deslizamiento de ser una mera práctica psicológica, atienden a intereses para ganarse la papa, o de ignorar/negar de qué va el psicoanálisis.  No es un acto de la consciencia, sino es el cuerpo que se resiste de muchas maneras a realizar la división del sujeto; cuestión por la cual el psicoanálisis se aleja de la filosofía.

Para Lacan, el significante es la materia que se trasciende en lenguaje.  Hay entonces los que se jactan de no haber hecho su experiencia de análisis dando más valor al estudio académico de la teoría, pero con la probabilidad de no haberse encontrando con la propia mierda en su análisis o el escollo de un analizante en la práctica privada.  Con esta pobreza de saber, el filósofo se bate con la verdad. 

Suficiente con haber sido analizado o ser analista para saber esto.



Carlos Silva Koppel





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