jueves, 2 de febrero de 2017

Sobre el cosmos (parte 1)



Sin duda todos pensamos y estamos conscientes de que existe una realidad a nuestro alrededor, sin embargo, condicionada a lo que nuestros sentidos a duras penas pueden percibir.  Algunos pensarán que podría haber otras formas de realidad, relacionándose con alguna droga fuerte, pero sabemos que solo distorsionan la percepción.  En cambio, la física y la biología están un poco más al tanto que para aprehender la realidad en la medida de lo posible, tienen que hacer uso de herramientas como el telescopio o microscopio, aún siendo éstas un poco insuficientes para comprender a la misma.

Se trata entonces de la alegoría de la caverna de Platón.  Pero metafóricamente ¿qué sería hoy nuestra caverna? ¿Nuestra mente? ¿Casa? ¿Ciudad? ¿El mismo mundo? ¿La religión? Lo cierto es que en relación a la caverna, damos estatuto de Verdad a lo primero que hemos podido ver o sentir (¿?), cuando ya nos vamos introduciendo en materia de estudio, la Verdad (con mayúscula) y según Platón, solo puede ser accesible a través de las matemáticas.  Desde esta apreciación, así es como hemos construido nuestra realidad con el paso del tiempo, desde la caverna.  Por eso es que Lewis Carrol nos da una lección con Alicia en el País de las Maravillas.  ¿Es hora de empezar a desconfiar de nuestras pequeñas certezas?



Aristóteles por su parte decía que fuera de la tierra todo era eterno y perfecto, sin cambio y que ésta era el centro del universo, comparándola incluso con el corte transversal a una cebolla.  Lo que Copérnico en 1543 rebatió con su obra “Las revoluciones de las esferas celestes”, donde algunos ya sabrán, propone que el sol es el centro del universo y no la tierra.  El problema con sus postulados es que necesitaban más de la física para poderse establecer, hasta la llegada de Galileo, Kepler y Newton.  Copérnico escribe de astronomía, sin ser un buen astrónomo.  Recordemos que no existió telescopio hasta 1609, gracias a Galileo a partir de lo que ya había en ese entonces manufacturado, decidió construir uno según su geometría.

Mientras Galileo se encargaba de investigar las interrogantes del universo y la gravedad de la tierra, desde Italia, en Praga lo hacía Johannes Kepler usando la investigación recogida del danés Tycho Brahe.  Pensó que Copérnico tenía razón en que el sol era el centro, sin embargo, las órbitas de los planetas no podrían ser circulares, sino elipsoidales (dándole mayor importancia a la geometría), girando alrededor del sol por alguna fuerza que aún no se podría explicar hasta la entrada de Newton.  Lo que hasta ese entonces se decía acerca de las leyes físicas de la tierra, no coincidían con lo que se pensaba del universo.  


Newton propone (Philosophiae naturalis principia mathematica 1687) que la misma fuerza que atrae los objetos hacia la tierra, es la que atrae los planetas al sol: la fuerza ejercida entre dos cuerpos de masas m1 y m2 separados una distancia r es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, es decir:






F es el módulo de la fuerza ejercida entre ambos cuerpos, y su dirección se encuentra en el eje que une ambos cuerpos y G es la constante de gravitación universal.  De esta manera Newton unifica la física de la tierra, con la física del cielo.  Siendo la gravedad esencial para entender el universo.



 

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