La vida cotidiana. Ya lo apuntaba Freud simplemente con el
título del artículo que escribió en 1903.
Allí nos habla del olvido; el lapsus…
el acto fallido.
El inconsciente aparece allí, en el
lapsus.
Si la psicopatología a final de
cuentas serviría para pensar en la evaluación, el diagnóstico y posteriormente
el tratamiento ¿No creen que la presuposición teórica, por supuesto, más allá
de contar como una herramienta científica o técnica, es una entrada
prestablecida a la verdad por la cual el sujeto que sufre entra a consulta?
A todo esto, más allá del
psicoanálisis, ¿Cómo la psicología puede establecer su propia “psicopatología”,
si sus fundamentos principales se sostienen desde una base fisiológica, que a
su vez, son el sustrato que alimenta el modelo médico?
En el psicoanálisis lo desmarcamos a
partir de la escucha al paciente.
Queda en cada uno de nosotros en el
momento de encontrarnos frente a un paciente, si optar por un modelo de
diagnóstico importado del modelo médico, que implica la búsqueda de signos o
síntomas, o si es escuchamos al sujeto.
Recordemos que en Freud se establecen
tres estructuras clínicas: neurosis, histeria y psicosis, las cuales no vamos
ahondar ahora. En Jacques Lacan, el psicoanalista francés que extendió y
complejizó el psicoanálisis de Freud, se utilizan otras herramientas que parten
desde el lenguaje.
Los conceptos de saber y verdad, son
de Lacan y tienen influencia directa con la atención a pacientes. Es decir,
saber y verdad tienen que ver con cómo señalamos acá el diagnóstico y la
nosografía del paciente.
Hay muchos psicoanalistas que trabajan
con los diagnósticos clínicos de neurosis, historia/histeria y psicosis. Sin embargo,
los mecanismos de esas estructuras, bien pueden aparecer en las otras.
Recordemos además que Freud estaba
cercano a la neurología, pero se separó de ella, cuando descubrió que en el
inconsciente, había un saber. Por otro
lado, desde los rusos que incentivaron a la psicología como científica, la
psicología aparece como heredera de la fisiología.
Pensemos en cuánto perdemos al
intentar ir a la búsqueda de un diagnóstico.
La persona llega angustiada y a lo que se somete es a un proceso de
observación, auscultación, evaluación, diagnóstico y luego el tratamiento.
¿Así? ¿Allí se desperdicia la función de
la transferencia?
El paciente, la persona sufriente,
espera algo del lugar adonde asiste por ayuda.
A todo esto, ¿Qué es la verdad? Es la
queja. La queja que surge del inconsciente. Que a su vez es el síntoma. Y no se puede decir toda la verdad, por lo
tanto, no se puede quejar todo lo nos pasa.
La verdad habla, es decir, la verdad
se habla.
¿Qué hace el psicoanalista? Pone a
funcionar la verdad en el lugar del sujeto.
La mejor forma de entender este
concepto de “verdad”, es a partir del concepto griego “aletheia” .
En el momento que un psicólogo o
psiquiatra diagnostica con el manual diagnóstico, le da un estatuto al
sujeto. Espero se pueda entender esta
parte.
Regresemos a la “verdad”. La verdad es
intolerable y por eso solo se puede decir a medias.
Lo que haría un psicoanalista es
ponerse en un lugar para que la verdad en el sujeto emerja. A diferencia del
psicólogo o el psiquiatra que se remite a signos y síntomas (propios de su
modelo), y no hay nada que leer… es decir, el médico o psicólogo le pone las
palabras encima… el paciente no es leído.
Es gracias a que el sujeto no sabe, es
que podemos llegar a su verdad.
Verdad y Saber son dos caras de la
misma banda
y la verdad surge de la equivocación. De la psicopatología de la vida
cotidiana.