martes, 5 de julio de 2022

Parece que va a llover

 —Parece que va a llover.

—Pero ¿Qué dices papá? Estamos en verano.

—Parece que va a llover.

—No papá, mira, el cielo está despejado y es mediodía.

—Parece que va a llover. repitió el hombre que ya tenía algunos años encima. 

Al escuchar los delirios del padre corrió a ver su madre quien se encontraba recostada en la cama y le dijo —mamá, ¡mamá! a papá le sucede algo.

—¿Está diciendo lo de la lluvia otra vez?

—Sí , eso hace. Repite que va a llover a cada momento.

—En aquél velador hay unas pastillas, toma una y dásela.

—¿Ya lo ha dicho antes?

—Ve y dásela—, dijo la madre en un tono más grave.

Y eso fue lo que hizo el chico en estado casi nervioso. Le dio el medicamento al viejo y éste, luego de ingerirlo dijo:

—Cuán soleado está el día. El calor me acaba. Me gustaría tener la sensación de que pronto lloverá y dejar de sufrir este martirio. ¡Oh! hijo, has estado aquí. Alcánzame la limonada.



Carlos Silva Koppel

viernes, 10 de junio de 2022

Mi secuestro

 

Hoy me tocó a mí, me decía. He sido secuestrado, no sé en dónde estoy, ni dónde me han traído. Tengo ganas de gritar, pero me han tapado la boca con la cinta más efectiva.

Me duelen los hombros por la posición de los brazos y las ataduras de las muñecas. Parecería que los nudos los hizo algún marinero. Y sí, eso puede ser. ¡Ya sé quiénes son los autores de este secuestro! Sí, militares. No encuentro otra explicación. Son nudos bien hechos, de pies y manos.

No he visto la luz en dos días. A ratos pasa uno de los secuestradores a darme un poco de agua.

Hace calor. Cómo extraño mi casa, lo que tenía allá afuera: un plato de comida, mi esposa, mi hijo y mi perro… lo más sencillo. Justo ahí, cuando añoraba mi hogar, fui desatado y desvendado de los ojos, y un tipo, tatuado hasta en la cara me dijo “ya eres libre, obtuvimos lo que queríamos” ¿Y qué era lo que querían?

Enseñarme el valor de la vida.



Carlos Silva Koppel

Psicoanalista

viernes, 3 de junio de 2022

La psicopatología en psicoanálisis

 


La vida cotidiana.  Ya lo apuntaba Freud simplemente con el título del artículo que escribió en 1903.

Allí nos habla del olvido; el lapsus… el acto fallido.

El inconsciente aparece allí, en el lapsus.

Si la psicopatología a final de cuentas serviría para pensar en la evaluación, el diagnóstico y posteriormente el tratamiento ¿No creen que la presuposición teórica, por supuesto, más allá de contar como una herramienta científica o técnica, es una entrada prestablecida a la verdad por la cual el sujeto que sufre entra a consulta?

A todo esto, más allá del psicoanálisis, ¿Cómo la psicología puede establecer su propia “psicopatología”, si sus fundamentos principales se sostienen desde una base fisiológica, que a su vez, son el sustrato que alimenta el modelo médico?

En el psicoanálisis lo desmarcamos a partir de la escucha al paciente.

Queda en cada uno de nosotros en el momento de encontrarnos frente a un paciente, si optar por un modelo de diagnóstico importado del modelo médico, que implica la búsqueda de signos o síntomas, o si es escuchamos al sujeto. 

Recordemos que en Freud se establecen tres estructuras clínicas: neurosis, histeria y psicosis, las cuales no vamos ahondar ahora. En Jacques Lacan, el psicoanalista francés que extendió y complejizó el psicoanálisis de Freud, se utilizan otras herramientas que parten desde el lenguaje.

Los conceptos de saber y verdad, son de Lacan y tienen influencia directa con la atención a pacientes. Es decir, saber y verdad tienen que ver con cómo señalamos acá el diagnóstico y la nosografía del paciente.

Hay muchos psicoanalistas que trabajan con los diagnósticos clínicos de neurosis, historia/histeria y psicosis. Sin embargo, los mecanismos de esas estructuras, bien pueden aparecer en las otras.

Recordemos además que Freud estaba cercano a la neurología, pero se separó de ella, cuando descubrió que en el inconsciente, había un saber.  Por otro lado, desde los rusos que incentivaron a la psicología como científica, la psicología aparece como heredera de la fisiología.

Pensemos en cuánto perdemos al intentar ir a la búsqueda de un diagnóstico.  La persona llega angustiada y a lo que se somete es a un proceso de observación, auscultación, evaluación, diagnóstico y luego el tratamiento. ¿Así?  ¿Allí se desperdicia la función de la transferencia?

El paciente, la persona sufriente, espera algo del lugar adonde asiste por ayuda.

A todo esto, ¿Qué es la verdad? Es la queja. La queja que surge del inconsciente. Que a su vez es el síntoma.  Y no se puede decir toda la verdad, por lo tanto, no se puede quejar todo lo nos pasa.

La verdad habla, es decir, la verdad se habla.

¿Qué hace el psicoanalista? Pone a funcionar la verdad en el lugar del sujeto.

La mejor forma de entender este concepto de “verdad”, es a partir del concepto griego “aletheia” .

En el momento que un psicólogo o psiquiatra diagnostica con el manual diagnóstico, le da un estatuto al sujeto.  Espero se pueda entender esta parte.

Regresemos a la “verdad”. La verdad es intolerable y por eso solo se puede decir a medias.

Lo que haría un psicoanalista es ponerse en un lugar para que la verdad en el sujeto emerja. A diferencia del psicólogo o el psiquiatra que se remite a signos y síntomas (propios de su modelo), y no hay nada que leer… es decir, el médico o psicólogo le pone las palabras encima… el paciente no es leído.

Es gracias a que el sujeto no sabe, es que podemos llegar a su verdad.

Verdad y Saber son dos caras de la misma banda [1] y la verdad surge de la equivocación. De la psicopatología de la vida cotidiana.

 

 

 



[1] Lacan, J. Seminario 1. Clase 21.


domingo, 6 de marzo de 2022

Batman alienado: del trauma al sentido del héroe

 (spoiler)



            Todos conocemos la historia del llamado Caballero Oscuro: aquel niño millonario que perdió a sus padres a causa de un asesinato.  Luego criado por Alfred Pennyworth, que figuraba generalmente como mayordomo, pero siempre fue mentor, consejero… padre.

                The Batman, lóbrega, siniestra, oscura… nos trae al héroe que conocíamos de otra manera.  La estética es la de Dick Tracy, detectivesco, violento y caótico.  Es realista, tanto que nos acerca a lo que sí es posible: políticos corruptos, delincuencia organizada, un héroe humano que, mediante su melancolía, se enlaza con los espectadores por la verosimilitud de la posibilidad compartida de la tristeza.

                Por su parte, será la primera vez que vemos no solo a Bruce Wayne destruido, sino sublimando el quebranto con la máscara de la “venganza”, como para decir que de lo roto surge la fuerza necesaria para hacer justicia sin ley, pero a través de la figura de “toda causa tiene su consecuencia”: The Batman se encarga de que la consecuencia llegue.

                La diferencia con otros héroes como The Punisher, Frank Castle, es quizá que Frank no se formó mediante el dolor del trauma, él es trauma: irrumpe e interrumpe. Bruce Wayne es dolor y The Batman, la metaforización de este dolor en venganza con cautela desde la tiniebla.

                El trauma de la pérdida abrupta de los padres lo invade, lo deja absorbido fuera del conjunto donde estamos todos los seres comunes y corrientes. Él es solo y a su ley.

En The Batman lo podemos ver como nunca antes.  Bruce Wayne sufre, está aislado.  No es la figura pública exitosa, filántropa o generosa.  Es reflexivo, insomne, meditabundo… un humano que con el traje alcanza alguna voluntad.  Aun así, no exento de adolecer.

                El crimen, los malos y después los artilugios con violencia de The Riddler, son significantes que suman al trauma primordial del héroe, afincando su motivación de venganza.

                Será una fórmula sencilla: el trauma aliena a Bruce dejándolo a su suerte y nada lo va a sacar de ahí.  Recordemos que en el lenguaje coloquial, regularizado por la RAE, la definición de alienado es: el condicionamiento de la personalidad de un individuo por factores externos; trastorno intelectual temporal o permanente; estado mental caracterizado por un sentimiento de pérdida de la propia identidad.  Para el psicoanálisis, en cambio, es el sujeto a la deriva de la arbitrariedad del significante.  Para que se pueda comprender fácilmente diré: al capricho del trauma.  Entonces, en Bruce Wayne se cumpliría una circularidad, un bucle entre el trauma y la venganza.

                No obstante, habrá un corte en aquél bucle al asomo de una tentativa amorosa con Seline, Catwoman.  El encuentro con el amor, fugaz pero suficiente, bastará para que Bruce se posicione de otra manera como sujeto.

                Se disgrega el bucle trauma-venganza con el objeto amor… se interrumpe.  El primer momento de Bruce, The Batman: “soy venganza”, que es el aislamiento del sujeto, se ve tachado por el soslayo del amor.  Su posición cambia bajo la mirada del Otro, para que luego sea la falta: la falta amorosa y que preferible es la ilusión de tener el amor, a la ausencia de este.  Lo hemos visto en incontables contextos, la ausencia de amor es oscuridad.

Además ya sabemos de antemano que el amor entre Batman y Catwoman nunca se concreta.  Sin embargo, Seline da pruebas de amor suficientes respondiendo a la pregunta “¿para qué te quiero?”, lo quiere para no dejarlo morir.

                ¿Que el amor salva del trauma? Posiblemente. ¿De la melancolía y la tristeza profunda? También sería posible. ¿El amor alivia la sed de venganza? Definitivamente. Tras el encuentro con Seline, Bruce tiene otro semblante.

                Al final, luego de la mayor prueba de amor, el denominado fenómeno enmascarado y vigilante autoproclamado, toma una postura distinta de lo que él era “un deseo sin Otro”, a plantearse lo que esperan los otros de él desde el agujero que deja la ilusión de amor.  Lo humano asoma; The Batman, cambia “venganza” por ayuda, solidaridad, entonces desde el amor en falta. Montado en su moto, gira hacia ese camino.

                El bucle queda trauma-humanismo/amor-en-falta/solidaridad, pasando de vengador... a héroe.

 

 

 

Carlos Silva Koppel

Psicoanalista