—Parece que va a llover.
—Pero ¿Qué dices papá? Estamos en verano.
—Parece que va a llover.
—No papá, mira, el cielo está despejado y es mediodía.
—Parece que va a llover—. repitió el hombre que ya tenía algunos años encima.
Al escuchar los delirios del padre corrió a ver su madre quien se encontraba recostada en la cama y le dijo —mamá, ¡mamá! a papá le sucede algo.
—¿Está diciendo lo de la lluvia otra vez?
—Sí , eso hace. Repite que va a llover a cada momento.
—En aquél velador hay unas pastillas, toma una y dásela.
—¿Ya lo ha dicho antes?
—Ve y dásela—, dijo la madre en un tono más grave.
Y eso fue lo que hizo el chico en estado casi nervioso. Le dio el medicamento al viejo y éste, luego de ingerirlo dijo:
—Cuán soleado está el día. El calor me acaba. Me gustaría tener la sensación de que pronto lloverá y dejar de sufrir este martirio. ¡Oh! hijo, has estado aquí. Alcánzame la limonada.
Carlos Silva Koppel
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