¿Qué es el infierno? ¿Qué es estar vivo? Pero la pregunta que podría atinar en el blanco incierto es ¿Adónde vamos cuando morimos? Sin embargo mientras vivamos, habrá que ir al teatro.
Fui a ver Sin Salida en el Teatro Sánchez Aguilar, que de antemano, se las recomiendo. Son
sutilezas las que se presentan allí y con esto no propondré que es una obra para público
especializado. Tampoco creo que eso exista en el teatro. Pero asumo, que, como toda
pieza de arte, a cada uno le convocará de manera distinta.
Resonaron algunas preguntas y
parece que el director de la obra las ha sabido plantear de manera
precisa. Hace días decía en mis redes sociales que uno puede
cambiar su forma de ser solo si: sufre, está rebosado de conocimiento, si es inspirado
y si lo desea. Creo que el teatro bueno
inspira.
De la sala del Sánchez Aguilar, el día de Sin Salida, fácilmente podemos salir pensando en ¿Cómo vivimos? ¿Qué hace falta para no ir al infierno? ¿Qué somos
nosotros y qué son los otros?
Definitivamente un infierno puede
ser: convivir. Más, convivir con quien no
sabe convivir y es justa y necesaria la pregunta ¿Quién sabe verdaderamente eso?, en tanto no se parte de un conocimiento, sino
de una esencia... la humana. La esencia del ser
humano es que está lleno de errores. Pensaba,
además, en el seno de la convivencia entre humanos no exenta de conflictos ¿Los sentimientos de quién son los más importantes en tanto sujetos
relacionales? ¿O quién es de los seres errantes que somos, el más errante de
todos o lo somos todos por igual?
Ciertamente quedará en cada uno
que lo que se ve enfrente de nosotros en la obra sartreana sea el infierno. Lo que
yo vi es que, somos contradicción. El
que pelea por las causas justas, un maltratador, mentiroso; la bella, una vanidosa
manipuladora y estafadora; y, la moralista, una envidiosa y oportunista.
Los pecados capitales van
salpicando la escena mientras se dan los diálogos y los personajes erráticos
con una conciencia a ratos asentados en el presente y por otros momentos, distraídos
en la nada infernal sucumbiendo al mal que caracteriza a cada uno.
El infierno será entonces, aquél
no poder salir rodeado del otro incompatible, cínico, y aparentemente bueno... compartiendo el sin-espacio, por la eternidad. Pero un alivio sí será saber, que mientras
estemos vivos, podemos obrar del lado del bien, pensar nuestros errores y principalmente,
salir de cualquier infierno que vivamos con otro, sin pensarlo
demasiado.
Una calurosa felicitación al
director, a los actores y al equipo de producción.
Carlos Silva Koppel
Psicoanalista
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