Siempre me he preguntado: ¿Qué es lo que ha cambiado desde aquél mayo en Francia? Lo formulo, no solamente haciendo referencia al Viejo Continente, sino a todo el mundo. Concerniente al Ecuador, puedo advertir que llegaron algunos murmullos de la revuelta y que ahora se confunden en los sectores regenerados con el claxon de los carros y con un spot que dice: “La Patria es de todos”. No me atrevo a preguntarle a nadie sobre Mayo del 68, estimo que no me sepan responder.
El mercado, los lujos, el consumo, etc., son artimañas que nos obligan a enterrar gestas como las que les menciono.
No creo que fuera pertinente describirles a manera de calendario lo que sucedió, empero, realzo el maravilloso brío que acompañó a los jóvenes franceses en la revuelta de hace 40 años. Los estudiantes franceses, enardecidos frente a un tradicional sistema de la vieja izquierda, ortodoxa, paternalista (maestros de universidad y políticos), se hicieron escuchar en los primeros días del mes de mayo de 1968 mediante una huelga, que en su comienzo parecían cosas de chicuelos, pero por su persistencia agitada, llegó a congregar a los líderes sindicales seguidos de obreros y a algunos maestros, que por las calles en son de batalla coreaban: "alto a la represión, libertad, democracia, viva la unión de obreros y estudiantes"; explosión espontánea de protestas que posterior al clímax, llegó a ser amenazante para la economía francesa. Todo aquél que escuchaba el cántico de los estudiantes parisinos, se integraba; es increíble que un movimiento estudiantil pueda crear una inmensa huelga obrera. Indudablemente se convirtió en una contienda entre los manifestantes y la policía.
Al parecer el gobierno y los partidos políticos tradicionalistas, incluido el Partido Comunista Francés (PCF), no se imaginaron a la magnitud que podía llegar este azote, ni si quiera comprendían cual era el raigambre del origen de la huelga. Firmaron algunos decretos y luego prohibieron cualquier tipo de manifestación. Ya para junio, todo había vuelto a la normalidad. No se pudo derrumbar la sima comunista, no hubo la desestructuración radical del viejo orden de izquierda que ameritaba la época, así que podría considerarse a la revolución de mayo un fracaso total, sin embargo, los cambios culturales, ideológicos y sexuales, producto de las marchas multitudinarias, tuvieron repercusión globalmente.
“Allí donde reinaba el bienestar, también había una insatisfacción profunda”, pensamiento que Edgar Morin muy acertadamente trae a colación y que en secuencia lineal tendremos como resultado grupos humanos aspirando bañarse de libertad. Pero si no hay mucho que pensar, siempre habrán este tipo de acciones en masa; es una sublimación colectiva frente a un poder neurotizante y represivo.
¿Y ahora qué? No sé si es con la inercia o el cinismo que vivimos los jóvenes de la actualidad. La posmodernidad golpea fuertemente a la juventud y crea cínicos; voy por los pasillos, calles y escucho hablar de celulares, fiestas y desfiles de modas, mas nada más, el inter-esse que conocemos, ha desaparecido. Los grandes cambios, la oposición a los tradicionalismos, hacer respetar los deberes y los derechos, está en las manos de los jóvenes.
El mercado, los lujos, el consumo, etc., son artimañas que nos obligan a enterrar gestas como las que les menciono.
No creo que fuera pertinente describirles a manera de calendario lo que sucedió, empero, realzo el maravilloso brío que acompañó a los jóvenes franceses en la revuelta de hace 40 años. Los estudiantes franceses, enardecidos frente a un tradicional sistema de la vieja izquierda, ortodoxa, paternalista (maestros de universidad y políticos), se hicieron escuchar en los primeros días del mes de mayo de 1968 mediante una huelga, que en su comienzo parecían cosas de chicuelos, pero por su persistencia agitada, llegó a congregar a los líderes sindicales seguidos de obreros y a algunos maestros, que por las calles en son de batalla coreaban: "alto a la represión, libertad, democracia, viva la unión de obreros y estudiantes"; explosión espontánea de protestas que posterior al clímax, llegó a ser amenazante para la economía francesa. Todo aquél que escuchaba el cántico de los estudiantes parisinos, se integraba; es increíble que un movimiento estudiantil pueda crear una inmensa huelga obrera. Indudablemente se convirtió en una contienda entre los manifestantes y la policía.
Al parecer el gobierno y los partidos políticos tradicionalistas, incluido el Partido Comunista Francés (PCF), no se imaginaron a la magnitud que podía llegar este azote, ni si quiera comprendían cual era el raigambre del origen de la huelga. Firmaron algunos decretos y luego prohibieron cualquier tipo de manifestación. Ya para junio, todo había vuelto a la normalidad. No se pudo derrumbar la sima comunista, no hubo la desestructuración radical del viejo orden de izquierda que ameritaba la época, así que podría considerarse a la revolución de mayo un fracaso total, sin embargo, los cambios culturales, ideológicos y sexuales, producto de las marchas multitudinarias, tuvieron repercusión globalmente.
“Allí donde reinaba el bienestar, también había una insatisfacción profunda”, pensamiento que Edgar Morin muy acertadamente trae a colación y que en secuencia lineal tendremos como resultado grupos humanos aspirando bañarse de libertad. Pero si no hay mucho que pensar, siempre habrán este tipo de acciones en masa; es una sublimación colectiva frente a un poder neurotizante y represivo.
¿Y ahora qué? No sé si es con la inercia o el cinismo que vivimos los jóvenes de la actualidad. La posmodernidad golpea fuertemente a la juventud y crea cínicos; voy por los pasillos, calles y escucho hablar de celulares, fiestas y desfiles de modas, mas nada más, el inter-esse que conocemos, ha desaparecido. Los grandes cambios, la oposición a los tradicionalismos, hacer respetar los deberes y los derechos, está en las manos de los jóvenes.
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