Lacan, en “Ética del psicoanálisis”, menciona que el egoísmo se satisface muy bien con el altruismo, ubicando al que “ayuda” en un nivel de utilidad, y al beneficiado y una posición de utilizado. A partir de lo descrito: no se trata del otro, siempre se trata de uno mismo. Se usa al otro “necesitado”, para el bien de sí mismo. Y con ésta lógica, es necesario que exista ese otro “necesitado”.
En la cooperativa “Esmeraldas Chiquito” de las Malvinas, un populoso sector al suroeste de Guayaquil, producto de la migración interna, hubo un incendio que afectó a 100 familias, el 20 de noviembre del 2009. Las casas se encendieron tan rápido como puede incendiarse una estameña, es porque, todas las casas eran de caña. La ayuda del municipio y gobierno no dejó mucho tiempo de espera, asistieron rápidamente a las familias desamparadas. Entre algunos papeleos, se estipuló construirles casas de cemento a las 120 familias.
Estas familias que antes vivían en condiciones deplorables, ahora vivirán de una manera más digna, gracias a la ayuda del gobierno y el municipio ¡Mentira! Después de dos semanas del incendio, las familias que no fueron afectadas por la gran hoguera, amenazan ahora con quemar sus casas, porque ellas también necesitan ayuda.
Es necesario que existan estos populosos sectores, que existan los pobres, para justificar una posición de poder, del poder Estatal en este caso, si no, no hubiera qué ofrecer, qué dar. Con la denominada pobreza se puede ofrecer. Se ofrecen; salud, vivienda, alimentación, etc. La única manera de acabar con la miseria económica, es con la intervención Estatal. Muy bien se pudieron construir las casas sin necesidad que haya incendio. Justificar un trabajo, una buena labor social, asienta mejor en la figuración política.
Por lo tanto, es necesario que exista un otro “víctima”, “pobre”, “enfermo”, “necesitado”, tanto para justificar el trabajo de instituciones millonarias que no pagan impuestos, la existencia de dispositivos de poder como el gobierno, municipio, como para lavar conciencias o sentirse útil. Porque después de todo, el trabajo social tan mal pagado y duro que pueda ser, de la boca de algunos alcahuetes sale: “Sin embargo es muy gratificante”.
Se denigra al otro, hay una suerte de refuerzo de la división de clases. La dignidad del llamado “pobre” se hunde al encuentro con otro mesiánico, que lo tiene todo y lo puede ayudar. Éste beneficiado a su vez, quiere más y exige más. Se refuerza la “pobreza” que imaginariamente se trata de extinguir y que después de todo, la primera intención es la que cuenta.