Existen preocupaciones actuales, como por
ejemplo, que la inteligencia artificial suplante a las formas tradicionales de
educación. Pero eso es problema y a la
vez resistencia, no solo a la inteligencia artificial, sino a la misma
tecnología. Para todo esto debemos
definir qué es la inteligencia artificial que ahora está tan de moda.
Creemos mal que es algo actual, pero
surge luego de la Segunda Guerra Mundial a través de Alan Turing. Aunque la IA por definición no está para
suplantar las capacidades humanas, somos todos testigos de que sí es capaz de
superarlas. Insisto que no es algo de
ahora, pasó hace mucho tiempo cuando una máquina ganó al campeón mundial de
ajedrez de aquél entonces, Garry Kasparov.
No sabemos si hoy una IA es capaz de sobrepasar al reciente campeón
total y mejor jugador de la historia del ajedrez, Magnus Carlsen, pero en la
recopilación de información de manera simultánea y global, ya ha superado las
capacidades de los que estamos aquí leyendo.
La IA escribe poemas, edita fotografías, hace
composiciones musicales, pero eso no implica que sea poeta, fotógrafo o músico.
Y aunque nosotros la utilizamos todos los días desde nuestros móviles y la
innumerable cantidad de aplicaciones que nos dan esta oportunidad, tampoco nos
hace artistas.
Para mí el problema principal es la
educación en general. Antropológicamente
hablando hemos diseñado un modelo obtuso para transmitir conocimientos, que no
necesariamente son para vivir, sino para desarrollarnos en una sociedad que por
estructura es carente, deficitaria y desigual.
Por tal motivo, no creo que la IA utilizada en el sistema educativo sea
más nocivo que el mismo sistema educativo que ya existe.
Algo que sí me preocuparía y que pueda
empeorarse más de lo que está en lo tradicional, es en la ética del
ser-para-el-otro. No pensemos que es un
problema ya resuelto, porque si fuera así, no existiera la exclusión y el
bullying entre estudiantes; ni se diga de las masacres en los colegios de
países del Primer Mundo.
Es posible que la misma IA por prescindir
de las emociones, valores religiosos y morales entorpecedores en muchos casos
para relacionarse con la diferencia; es posible que las IA puedan ser laicas si
se puede decir, y superiores en la aglutinación de la información necesaria
para formar ciudadanos del mundo, sujetos políticos y congruentes con la
sociedad sin las taras morales que discriminan.
Es posible por lo tanto que la IA pueda dar un mejor mensaje que los que
se han dado en la educación tradicional y pues, que no han tenido demasiado
éxito.
Pero la IA no responde toda la demanda
que pueda hacer el sujeto. No responde
la contradicción, no responde a la paradoja y tampoco responder al porvenir. No quiere decir que los libros y los maestros
de carne y hueso lo hagan, pero por eso mismo, por mostrarse faltantes, quedan
esperanzas. ¿Cuál es el problema de la
inteligencia artificial entonces? El ideal de perfección, inalcanzable, por
supuesto, pero que se quiere emular. No
es para menos, conecta perfectamente con el modelo de calificación sobre las
altas notas que implican ser “sobresaliente” y figurar en el cuadro de honor,
para luego ser el empleado del mes una vez acabado su período educativo. La educación de hoy, con o sin IA, debe
terminar con el darwinismo social y la exclusión.
Si es verdad que existe una
individualidad, a la normatividad y homogeneización del sistema educativo nunca
le importó, hay que decirlo. Se ha
hablado de “inclusión”, pero por un lado pensemos que surge por el ahorro de hacer
escuelas especializadas para atender a la diferencia y a las capacidades
especiales, y por el otro, pensemos que la “inclusión” ya es una oferta
comercial.
Lo que se enseña hasta el día de hoy es a partir de marcos
estandarizados que alguna clase social/académica/eurocentrista o anglosajona y
más o menos local, decidió que debe aprenderse.
Soy bastante escéptico que verdaderamente se pueda aprender algo, o sea,
estoy criticando al sistema educativo.
Si bien para algo podemos servir quienes somos docentes, es para encauzar
a través de generar curiosidad para que existan las preguntas “¿por qué?” y “¿cómo?”,
en vez de dar respuestas. El “¿por qué?”
no deja de ser una pregunta filosófica, la que todos los niños sostienen y que
comienza a silenciarse desde las casas, para continuar el silenciamiento en las
escuelas, colegios y universidades con profesores que no tienen todas las
respuestas.
¿Pero saben quién sí tiene todas las respuestas? Google, Chat
GPT. Sin embargo, la IA, y aún la
inteligencia (como se dice) de nosotros no ha podido descubrir un mejor método
de enseñanza que el socrático. En las
arenas para competir con las máquinas sobre quién sabe más, el profesor tiene
todas las de perder y la inteligencia artificial es el nuevo agente que
pensamos ostenta el saber. Ubicarse en
una posición de saber puede ser nefasto para el mismo fin que pretende alcanzar
la educación. Me es imposible olvidar
cómo en primer grado la maestra me corrigió algo que yo sabía que era correcto. Por ese motivo creería que mi decepción por
el sistema educativo ocurre demasiado temprano.
No creo que
debamos culpar a la IA por la deficiencia en el aprendizaje, hoy cuando nos
encontramos con estudiantes de universidad que ni siquiera saben leer ni
escribir bien. Hay otras variables para
barajar como la mercantilización de la educación y la no idoneidad en tanto
aptitudes de los tiempos actuales. En
donde los alumnos son clientes y los docentes meros obreros al servicio de una
empresa educativa cuyo trabajo peligra por la queja del cliente.
La
individualización en el sistema educativo es por lo tanto antitético, porque no
se alcanza a ver el caso por caso. Sin
embargo, son las consignas de qué es lo que hay que aprender, por qué y para
qué. Si todo ya existe en la nube,
entonces sí, es menester tener en consideración esto que se ha expuesto. ¿Cuál es la necesidad de conocer tal o cual
cosa? Cuando lo idóneo sería saber el método para aprender por sí solos, de
manera individual, discriminando sobre información falsa y verdadera.
El
mundo, aún el Primer Mundo, está en espanto porque el Chat GPT va a cambiar por
completo el modelo educativo. Tanto así
que en EEUU se lo ha prohibido. Pero
luego de haber pasado por la pandemia, quedó más que claro la obsolescencia del
método educativo que se había venido imponiendo por siglos, y que la salida
momentánea, no tuvo el éxito para quedarse.
Finalizadas
las restricciones por el Covid, todos desearon volver a lo de antes. Pero esto va de la mano con los discursos que
insisten en retornar al pasado, en que “el pasado era mejor”; y pensemos mejor
que modelos filosóficos, psicoanalíticos, psicológicos, sociológicos y
científicos, se sostienen por un conservadurismo económico que mueve millones
de dólares.
Hoy
en día la información es accesible para todos y el paradigma de “aprender” de
la manera decimonónica ha sido superado, pero no tolerado por las instituciones
que entregan las credenciales para el conocimiento. Es así que vemos youtubers, tiktokers y
demás influencers hablando de
cualquier tema y no de manera demasiado equivocada, sin haber ido a la universidad. O si lo desean ver de forma más trivial,
ganando dinero, sin haber “invertido” en educación.
Carlos Silva Koppel
Psicoanalista